ACILBUPER - REVISTA DE Cs. SOCIALES www.acilbuper.com.ar
UNIVERSIDADARCIS PROGRAMA DE DOCTORADO
EN ESTUDIOS DE SOCIEDADES LATINOAMERICANAS IHEAL / CEPAL
/ UNIVERSITE
PARIS III La
brecha digital: Cibercultura y desarrollo. Paradojas
y asimetrías de una sociedad en red. Nuevos
contextos y usos de la cibertecnología en Chile PROYECTO
DE INVESTIGACIÓN FONDARCIS 003/02 por ÁLVARO CUADRA SANTIAGO,
AGOSTO 2003 |
Latin America is now being crossed by a series of global changes that
are radically modifying the cultural patterns of our societies. During the 20th
Century, we met with a political turmoil that left its bloody trace among us.
Coups on the south, civil wars in Central America, triumphant or failed
revolutions in the Caribbean. But, beyond those traumatic experiences, our
continent has suffered the impact of new souci-cultural designs that latinamerican neo-capitalism places on the
face of consumer society.
The cultural changes are so vast and
profound that the theorical arsenal that former social scientists provided us
with, are now insufficient, useless maybe. We are thinking, of course, in the
rich tradition of studies about cultural industry, in which main names go from
Theodore Adorno to Dwight Macdonald, along with Edward Shils, Merton and
Lazarfeld, even Umberto Eco on the seventies, or Guy Debord and Baudrillard
more recently. This theorical deficit, forces us to look with new eyes a series
of phenomenons which were previously seen as marginal. Therefore, today certain
cultural objects become suddenly relevant, like new identity clues: soap
operas, comics, videoclips, virtual worlds, among others. From a
communicational perspective, the cultural mutation could be taken as a change
on the signifying regime, open to be analyzed from two theorical angles:
first, the deep modifications on the Latin-American social historical context
-that is, the cultural economy. In this level of analysis we see the productive
relations of cultural objects, their receptive conditions and the institutions
that regulate their productive-circulative-receptive relation. Second, and
unseparable from the first aspect, we can analyze the gap in terms of signifying
mode, that is the particular way in which signs are conceived and used, and
how relations are built inside them.
We sustain that cultural economy in
Latin America, beyond its singularities, is more and more inscribed on the
so-called consumer society. We understand that these kind of societies are, in
all their radicalism, like a new souci-cultural design that implies a
renovation of bourgeois mythology within the context of a lusty
hipercapitalism, to this unseen state we will call the consumer city.
Communications in a consumer society
within a world market can be characterized as mediatization. The rising
global market of discursive offers -or, how others prefer, this communication
society- modifies the ethical, esthetical and political horizons, creating a
new social subjectivity that can not be explained as mere alienation, but as a
new-order narcissism.
The mediatization processes imply, of
course, new modes of significance. We sustain that, along with the new
century, this process began with the cultural industry, it is a process of the virtualization
of culture. Virtualization strengthens the desemantization and
referencelessness of signs, questioning the ideological conviction and, at a
limit, the notion of reality itself. Therefore, Latin-America leaves the
writing order, that which was first colonial and then republican: the lettered
city; in order to become a virtual city. The new scenarios do not, of course,
solve the injustices nor the misery inherent to our souci-cultural patterns.
Nevertheless, they force us to put those problems in a different perspective
and, consequently, look for unseen ways to leave them behind.
TABLA DE MATERIAS INTRODUCCIÓN
5 I. BRECHA
DIGITAL, DESARROLLO Y GLOBALIZACIÓN
15 1.1. Mapas y territorios
15 1.2.
Desterritorialización: lo social y lo virtual
21 1.3. La cibercultura y sus mitologías
29 1.4. Brecha digital: un concepto híbrido
34 II. LA
VIRTUALIDAD: UN NUEVO REGIMEN DE SIGNIFICACIÓN
47 2.1. El antiguo régimen: La Ciudad Letrada
47 2.2. Un nuevo régimen de significación
54 2.3. Textos e hipertextos
58 III. PERSPECTIVAS
DE DESARROLLO EN UNA SOCIEDAD RED 67 3.1. El desarrollo, la promesa frustrada
67 3.2. Los lenguaje del desarrollo
69 3.3. Lo popular: el vacío detrás de las máscaras 71 IV. EDUCACIÓN
Y DESARROLLO
79 4.1. El desarrollo como lenguaje
79 4.2. Educación y revolución tecnológica
85 4.3. E – learning: Escenario presente
90 CONCLUSIÓN
97 BIBLIOGRAFÍA
100 ANEXOS: -1
110 -2
117 |
INTRODUCCIÓN
Esta investigación posee un
carácter eminentemente teórico y exploratorio quiere ser, a su modo, un informe
sobre nuevas tecnologías, cultura y desarrollo; en efecto, nos proponemos
revisar y, eventualmente, reformular las nociones centrales de desarrollo
tecnológico y social. Las reestructuración del capitalismo
mundial y el subsecuente modo informacional de desarrollo (MID), nos plantea
una mutación antropológica en la que algunos ven una crisis
civilizatoria. Nuestro problema queda delimitado por la noción de “brecha
digital” no en cuanto a un mero desfase tecnológico sino más bien como el
síntoma de nuevas inconsistencias que subyacen en nuestras sociedades. En una
sociedad de redes, el desarrollo ya no puede definirse tan sólo desde el polo
infraestructural, ahora estamos ante flujos frente a y en los
cuales nos situamos. El desarrollo es también un problema topológico y
relacional: es una relación particular entre lo histórico concreto y lo
virtual. Si como nodos de una red nos situamos en flujos espacio
–temporales, no es menos cierto que los códigos de base de dichos flujos están
constituidos por signos que portan un cierto saber (conocimiento,
percepción, experiencia), lo que se ha dado en llamar knowledge value
(valor conocimiento). Así, el desarrollo se define también desde las competencias
humanas que permiten habitar las interfaces. Se trata, en suma, de pensar
nuestra situación y nuestras posibilidades en un mundo globalizado y
digitalizado. Una reflexión seria y analítica, como la que nos hemos planteado,
posee alcances y aristas de la mayor importancia para las sociedades
latinoamericanas y, muy especialmente para Chile, en cuanto entendemos que se
trata de una investigación teórica de punta capaz de generar conocimientos
nuevos, para reevaluar aspectos económicos, sociales, y geopolíticos durante
las próximas décadas. Hemos tomado como “modelo” de este trabajo el célebre Informe
al Consejo Europeo en el Marco del Proyecto “Nuevas Tecnologías: Comunicación
Cultural y Comunicación”.*
Si en cierto momento
Latinoamérica sólo fue pensable desde lo político, creemos que en el nuevo
contexto nuestras realidades deben ser pensadas desde las virtualización
creciente de los procesos económicos, políticos y sociales. Lo que se ha dado
en llamar “brecha digital” es apenas la punta de un iceberg que atañe muy
profundamente a nuestras sociedades y que bien merece ser pensado con
imaginación y seriedad. Atrás va quedando la Ciudad Letrada, atrás las
concepciones iluministas y las mistificaciones ideológicas, sean de cuño
marxista tradicional o neoliberales, para inaugurar la Ciudad Virtual.
Nuestra hipótesis de trabajo
puede resumirse en los siguientes enunciados:
El
modo informacional de desarrollo (MID), redefine la noción misma de
“desarrollo”, exigiendo replantear contextos, puntos de vista y usos, tanto en
el ámbito tecnoeconómico como político.
Sostenemos que :
a. El desarrollo, en su
concepción contemporánea, remite a una relación particular entre las
realidades virtuales y los contextos históricos concretos. En este sentido,
enfatizamos la noción pragmática de uso de nuevas tecnologías e indexación
de información como fuente generatriz de un saber hacer.
b. El desarrollo puede ser
concebido como una relación entre espacios de flujos, así, la topología de
flujos hipertextuales inherente al ciberespacio reclama su correlato dialéctico
en sociedades históricas abiertas y esencialmente democráticas como condición
de su realización. Estamos ante un nuevo contexto: global, reticular y
de lógica topológica.
c. Si bien el ciberespacio se nos
muestra como una extensión homogénea, sostenemos la hipótesis de que cada
sociedad histórica curva su espacio según las mediaciones y
usos particulares que se verifican entre los mundos virtuales y los
sustratos históricos. De manera tal que, lo que aparece a primera vista como un
espacio mundial homogéneo, es, examinado en detalle, un continuum
discontinuo e indeterminado.
d. La llamada “brecha digital” es el
problema socio - cultural más importante de los países en vías de desarrollo:
tanto desde el punto de vista de acceso a las tecnologías y redes, como desde
la perspectiva del desarrollo de competencias en la población.
e. Los procesos de virtualización -
digitalización de los dominios tecnoeconómicos, culturales y políticos, hacen obsoletas las categorías de análisis clásicas
de las ciencias sociales. Esto exige una revisión teórica de nociones básicas a
partir de un cambio de paradigma del régimen de significación
f. La “brecha digital” no es sino
exteriorización de una relación asimétrica entre una sociedad histórica
concreta y las realidades virtuales en las que se inserta. Entendemos una
relación de este tipo como una carencia que en la modernidad se llamó subdesarrollo.
A
partir de las hipótesis precedentes, nuestra empresa se plantea los siguientes
propósitos explícitos:
Objetivos generales:
a. Analizar el concepto de “brecha
digital” en la perspectiva de una sociedad reticular globalizada y un modo
informacional de desarrollo.
b. Revisar los conceptos de
“desarrollo tecnológico y social” a partir de la noción de “brecha digital” en
Chile, desde una lógica relacional y topológica.
Objetivos específicos:
a. Evaluar las estrategias, fines y
legitimidades del sector público y privado en Chile respecto de la llamada
“brecha digital”, durante el periodo 2000 – 2002.
b. Precisar los alcances de las llamadas
“exclusiones”, “amenazas” y “rupturas” atribuidas a la cibercultura.
Uno de los problemas que se le presentan al analista de
fenómenos sociales en la hora actual, es de carácter eminentemente
metodológico. ¿Cómo asir realidades inéditas frente a las cuales nuestras
herramientas resultan obsoletas? La llamada “brecha digital” es, precisamente,
uno de aquellos dominios en los cuales las metodologías al uso resultan
insuficientes o, definitivamente inadecuadas. Examinemos sucintamente los
aspectos más relevantes de este déficit teórico, aunque sólo sea para
constatar las limitaciones a las que se enfrenta cualquier reflexión en torno
al tema.
Ante esta suerte de Waste Land
que se abre ante el investigador surge inevitable la sensación de “crisis”,
toda certeza parece perder su densidad, todo punto de referencia queda abolido
por la pleamar de los cambios incesantes. Nuestra única verdad, al fin de
cuentas, es la certeza de nuestra parálisis, una cierta incapacidad para
“pensar” los problemas que nos reclaman; cuestiones, muchas veces, para las que
ni siquiera hemos creado un nombre. Quizás aquí resida un buen punto de
partida: no hemos creado todavía un lenguaje teórico y modélico para dar
cuenta de los nuevos paisajes. Así, entonces, la mentada parálisis es,
en primer lugar, una impotencia de nuestra imaginación. Toda reflexión
seria debe proponerse, al mismo tiempo, como una tarea de demolición y
de construcción. Por una parte, debemos abdicar de muchos viejos credos
que nos fueron útiles en otros contextos y, por otra parte, resulta imperativo imaginar
(crear) nuevas modalidades para pensar el presente. Por de pronto, pareciera
que la textualidad, sintagmática y lineal, en que fuimos formados no es
ya suficiente para aprehender fenómenos que se nos presentan como flujos
de una hipertextualidad reticular. Como nunca antes, la investigación de
punta en ciencias sociales se plantea como un desafío a la imaginación, y todo
paso hacia las zonas de frontera posee un carácter heurístico, en su
sentido más literal, de arte de inventar.
El carácter heurístico y
exploratorio de nuestra empresa no nos exime del rigor metodológico
que se le exige a una investigación que busca nuevo conocimiento; más bien al
contrario, debemos extremar nuestras aprehensiones respecto a ideas instaladas
por un cierto sentido común.
Lo primero que llama nuestra atención
es que el concepto de “brecha digital” aglutina en torno a sí una serie de
nociones provenientes de distintas disciplinas; así, en un catastro preliminar
proponemos, entre muchos otros posibles, los siguientes links: nuevos
contextos de desarrollo, globalización; nuevos lenguajes: virtualización, nueva
conceptualización: relacional, pragmática. Podemos advertir que los nexos sitúan
la llamada “brecha digital” en una red de relaciones; en pocas palabras: sólo
el tratamiento hipertextual puede aproximarse a la hipertextualidad. Nos
encontramos ante un salto metodológico que lejos de ser un truismo replantea
nuestra manera de circunscribir un objeto de estudio como el que nos ocupa.
Un salto semiósico
América Latina está siendo atravesada, en este fin de
milenio, por una serie de cambios globales que están modificando radicalmente
los patrones culturales de nuestras sociedades. Durante el siglo XX, hemos
conocido ya las conmociones políticas que dejaron su huella sangrienta entre
nosotros; golpes de estado en el cono sur, guerras civiles en Centroamérica,
revoluciones triunfantes o fallidas en el Caribe; sin embargo, más allá de tan
traumáticas experiencias, nuestro continente ha sufrido el impacto de nuevos
diseños socio - culturales, el neocapitalismo latinoamericano toma el
rostro de la sociedad de consumo.
Desde una perspectiva comunicacional, la mutación de orden
tecnocultural puede ser entendida como un cambio en el régimen de
significación, un salto semiósico, susceptible de ser analizado
desde dos ángulos teóricos: primero, las profunda modificaciones en el contexto
histórico social latinoamericano, esto es, la economía cultural, en este
nivel de análisis se advierten las relaciones de producción de los objetos
culturales, sus condiciones de recepción y las instituciones que regulan su
relación producción-circulación-recepción. Segundo, e indisociable del primer
aspecto, podemos analizar el salto en cuanto a los modos de significación,
es decir el modo particular en que se conciben y usan los signos y la manera en
que se establecen las relaciones al interior de éstos.
Sostenemos que la economía cultural en América
Latina, más allá de sus singularidades, se inscribe cada vez más en las
llamadas sociedades de consumo. Entendemos este tipo de sociedades en
toda su radicalidad, como un nuevo diseño socio – cultural que supone una
consumación (¿renovación?) de la mitología burguesa en el contexto de un hipercapitalismo
libidinal, a este estadio inédito lo llamaremos la ciudad del consumo.
Lo comunicacional en una sociedad de consumo inscrita en un mercado mundial se
puede caracterizar como mediatización. El naciente mercado globalizado
de ofertas discursivas, o como prefieren otros, esta sociedad de la comunicación,
modifica los horizontes éticos, estéticos y políticos, creando una nueva
subjetividad social que no se puede explicar ya como mera enajenación, sino más
bien como un narcisismo de nuevo cuño.
Los procesos de mediatización entrañan, desde luego, nuevos
modos de significación. Sostenemos que junto con el nuevo siglo, está
culminando un proceso iniciado con el advenimiento de la industria cultural, a
saber: un proceso de virtualización de la cultura. La virtualización
fortalece la desemantización y arreferencialidad de los signos; poniendo en
entredicho las convicciones ideológicas, y en el límite, la noción misma de
realidad. De este modo, América Latina abandona el orden de la escritura, aquel
orden colonial primero y republicano luego: la ciudad letrada; para
devenir una ciudad virtual. Los nuevos escenarios, por cierto, no
resuelven las injusticias ni la miseria inherentes a nuestros modelos socio –
culturales; no obstante, sí nos obligan a poner dichos problemas en una
perspectiva distinta y, consecuentemente, a buscar caminos inéditos para
superarlos. La “brecha digital” es, apenas la punta de un iceberg que remite a
toda la complejidad de la relación entre las redes virtuales y las sociedades
históricas concretas. Se ha comenzado a hablar ya en América Latina de un apartheid
digital, para referirse a la emergencia de una nueva modalidad de exclusión
y analfabetismo.[1]
Brecha digital: cibercultura y desarrollo
Una primera distinción dice relación
la dimensión material de la tecnología numérica y una dimensión virtual
llamada ciberespacio. Lo virtual no se opone así, ingenuamente, a
lo real sino al hardware o infraestructura. En este sentido, lo virtual
es social en tanto comunicación; efectivamente, lo virtual se nos ofrece
como un flujo sígnico que conjuga lo representacional (visible)
con lo modélico (inteligible). Así lo virtual se constituye en una realidad intermedia que
modifica nuestra percepción espacio – temporal; de hecho el espacio, por
ejemplo, deja de ser un a priori como quería Kant, para devenir constructo,
imagen. No estamos, por cierto, ante un avance tecnológico más, pues como
afirma Philippe Quéau: Las consecuencias económicas y sociales de la
digitalización y la virtualización de la información se manifiestan ya en el
aumento regular del papel de las tecnologías de representación y de simulación
en nuestra sociedad.[2]
Las nuevas tecnologías ocupan un lugar central no sólo en los cambios
culturales, esto es, en el régimen de significación sino en los procesos
de orden tecnoeconómico que han permitido lo que algunos han llamado el modo
informacional de desarrollo (MID) en el contexto de la reestructuración tardocapitalista.
Desde que un connotado profesor
de Harvard y director del Harvard Business Review, Theodor Levitt,
acuñara el término globalización en 1983;[3]
quedó claro que se inauguraba una nueva configuración destinada a modificar
profundamente las diversos ámbitos en todo el orbe. La
idea de Levitt se orientaba claramente a la globalización de los mercados,
esto es a operar en el mundo con una nueva lógica mercantil, en sus
palabras “...as if the entire world were a single entity”. La globalización
de corte neoliberal es pues un “as if”, un modelo cuyo
supuesto operacional es que el mundo es una entidad única: el mercado es el
mundo. Si bien el punto de partida ha sido un nuevo modelo tecnoeconómico
que supone la reestructuración del capitalismo[4] a
nivel planetario, es claro que nos vemos enfrentados a una profunda mutación
política y cultural. Hablar entonces de globalización, supone hacerse
cargo de un cierto modelo societal y, al mismo tiempo de un modo inédito de
desarrollo; así, tal como el advenimiento del industrialismo trajo
una modernidad y un proceso de modernización, hoy la globalización
se nos presenta como el nuevo estadio de la civilización humana. Como muy
bien nos advierte Garretón: Si la globalización ha ido extendiéndose a
través de un modelo de desarrollo o de políticas que pueden llamarse
neoliberales, hay que evitar la confusión entre ambos fenómenos. Los procesos
de globalización son estructurales, como lo fue el advenimiento de la sociedad
industrial”.[5]
Identificar la globalización con el neoliberalismo no sólo es un error
conceptual sino un fatalismo sin límites, pues subyace el supuesto de que este
modelo económico particular e históricamente acotado es el único modo de pensar
el futuro.
La globalización se hace
posible, según Castells,[6]
como un modo informacional de desarrollo tras la convergencia de dos
grandes procesos, a saber: la reestructuración del capitalismo y una profunda
innovación tecnológica. Entre los rasgos neocapitalistas más gruesos que se
mencionan destacamos: apropiación por parte del capital de una porción cada vez
mayor del excedente proveniente del proceso de producción; cambio sustancial en
el modelo de intervención del Estado y, por último, una internacionalización
acelerada de los procesos económicos. La revolución tecnológica, por su parte,
es descrita como la irrupción de la digitalización, es decir, tecnologías de
procesamiento de información que van a transformar los procesos productivos.
Entre las tecnologías no podemos olvidar los nuevos modos de organización y
gestión, que se desplazan de estructuras verticalistas, a modos flexibles en
redes horizontalizadas y desterritorializadas.
Entre los diversos desarrollos tecnológicos, el campo de
las comunicaciones y, muy especialmente, la televisión, merece una mención
aparte. En efecto, uno de los pilares de la globalización han sido las
imágenes difundidas a escala mundial; de tal modo que junto a las transformaciones
tecnoeconómicas se están produciendo transformaciones tecnoculturales
de carácter irreversible, pues como sostiene Beatriz Sarlo: “Las
transformaciones tecnológicas son irreversibles por varias razones: en primer
lugar porque desencadenan procesos sociales y productivos que tienen un impacto
tan fuerte como social; en segundo lugar, porque operan en la dimensión
cultural produciendo reformas no sólo técnicas sino incorporándose al
imaginario, convertidas en estilos que se presentan como la ‘naturaleza’ de los
discursos y las prácticas”.[7]
Desde esta perspectiva, las nuevas tecnologías no sólo inciden en los procesos
productivos CAD/CAM sino que acarrean cambios en el sensorium de masas y
una verdadera metamorfosis cognitiva en los individuos, lo que llevado
al límite supone un vasto proceso de virtualización de la cultura.[8]
Qué investigar, cómo hacerlo: hacia un
nuevo paradigma de análisis
La “brecha digital” es un problema que se instala “entre”
las sociedades históricas concretas y los flujos virtuales del ciberespacio. El
impacto tecnológico no es la mejor metáfora y, en este sentido adquiere plena
lucidez la tesis de Lévy cuando sostiene que: “la técnica es un ángulo de
análisis de los sistemas sociotécnicos globales, un punto de vista que pone el
énfasis en la parte material y artificial de los fenómenos humanos, y no una
entidad real, que existiría independientemente del resto...”.[9]
De manera que la distinción entre cultura, sociedad y técnica no es sino
conceptual. La noción de “brecha digital” es indisociable de la maraña de
fenómenos sociales en las que se inscriben los usos de las nuevas
tecnologías. Por esto, respecto de las nuevas tecnologías, como afirma Lévy,
“...no se trata de evaluar sus ‘impactos’ sino de identificar las
irreversibilidades a las que nos llevaría tal o cual de sus usos así como las
oportunidades que nos permitiría aprovechar, de formular los proyectos que
explotarían las virtualidades que encierra y de decidir lo que haremos con
ella”.[10]
Como podemos
colegir, el concepto de “brecha digital” nos confronta con aquel que ocupó el
imaginario político y sociológico durante las décadas del sesenta y setenta: el
desarrollo. Es interesante notar que la noción de desarrollo, en sus diversos
matices y orientaciones, se fundó principalmente en la abstracción –
cuantificación de procesos verificables en el ámbito social o económico. Se trató
de una visión industrialista, infraestructural, en el marco de los Estados
nacionales. Por el contrario, las nuevas tecnologías tornan dichas concepciones
en algo demodée, acaso superadas. ¿A partir de qué fundamentos se puede
construir una nueva concepción de desarrollo en la época de la cibercultura?
Tal es la interrogante que justifica y anima nuestra empresa.
De todo lo anterior se desprende
que la noción de “brecha digital” es indisociable del concepto de desarrollo.
Ahora bien, el desarrollo ha sido la viga maestra del discurso político de la
modernidad, de hecho el desarrollo encubre el presupuesto de “progreso”
y ha sido entendido, fundamentalmente, como desarrollo económico mercantil, en
un proceso de abstracción - cuantificación. En esto han coincidido los teóricos
marxistas y liberales en sus diversos matices. Proponemos una investigación
teórica del concepto de desarrollo desde nuevos puntos de vista, a saber: el
desarrollo como relación, el desarrollo como hipertexto, el desarrollo como lenguaje.
Por ahora, sólo enunciaremos muy brevemente, una primera aproximación a los
aspectos que marcarán el decurso de nuestra reflexión.
- El
concepto de desarrollo en un nuevo contexto
Tal como ya hemos consignado, el
contexto actual se resume en la llamada globalización. En tanto cambio
estructural, o civilizatorio si se quiere, la globalización entraña mutaciones
profundas para el concepto de desarrollo, pues modifica la lógica y los
fundamentos de los procesos productivos, con su correlato en el ámbito político
global y cultural. Podemos sintetizar este desplazamiento como el advenimiento
de una lógica topológica, desterritorializada en que los flujos conforman redes
hipertextuales. De tal suerte que más que países o Estados, reconocemos nodos
a distintos niveles.
-
El
concepto de desarrollo desde un nuevo punto de vista
Las visiones reduccionistas del
desarrollo ya no se sostienen, pues la complejidad de los problemas exceden el marco estrictamente económico, por ejemplo, para
tener claras implicancias en una totalidad dinámica, inestable e indeterminada.
Nuestra mirada conceptualiza el desarrollo como la constitución de un nuevo
lenguaje, un salto semiósico, o en rigor, un nuevo régimen de
significación que conjuga aspectos económicos culturales (la mediatización)
y modos de significación inéditos (v,gr.
virtualización)
-
El
concepto de desarrollo como una relación pragmática: el uso
En el nuevo contexto hipetextual
globalizado y según nuestro punto de vista que concibe el nuevo modo de
desarrollo como un salto semiósico; entendemos el desarrollo como una relación
particular, un uso, que se verifica entre un polo histórico social concreto y
el ciberespacio virtual. El desarrollo se verifica como un fenómeno relacional,
posicional y sígnico. En pocas palabras, las brechas, fisuras y singularidades
de esta relación caracterizarán las modalidades de desarrollo en las sociedades
red.
Desde un punto de vista
metodológico proponemos una investigación de carácter teórico – exploratorio,
que en rigor se inscribe en lo que se llama estudios no experimentales. En
tanto estudio exploratorio se justifica plenamente en cuanto abordamos un
fenómeno muy poco estudiado y que todavía no se ha consolidado teóricamente en el
ámbito de las ciencias sociales. Nuestra investigación pretende obtener
información y proponer una primera aproximación al tema de la llamada “brecha
digital”. Es en este sentido que entendemos nuestra investigación como un
primer paso eminentemente heurístico. Tal como han señalado prominentes
metodólogos en ciencias sociales: “Los estudios exploratorios en pocas
ocasiones constituyen un fin en sí mismos, ‘por lo general determinan
tendencias, identifican relaciones potenciales entre variables y establecen el
tono de investigaciones posteriores más rigurosas”.*
El tipo de investigación que
proponemos nos sitúa ante la paradoja según la cual tenemos la oportunidad de
producir conocimiento nuevo y llevar adelante una investigación de punta, pero,
al mismo tiempo enfrentamos un mayor riesgo y precariedad. Por ello nuestros
presupuestos metodológicos han de ser flexibles y contemplan tres
grandes momentos inextricablemente entrelazados:
a. Caracterizar el contexto de la cibertecnología en
una sociedad red.
b. Construir nuevos reticulados categoriales para
circunscribir la noción de desarrollo digital como un nuevo régimen de
significación.
c. Describir los usos que nacen de la relación entre
ciberespacio y espacios histórico sociales concretos.
Lo anterior supone dos grandes
operaciones, por una parte investigación documental y bibliográfica con el
propósito de elaborar un constructo teórico; por otra parte, a partir de
nuestro paradigma teórico evaluar los datos (jurídicos, estadísticos,
políticos, etc) producidos por organismos públicos y privados. La elaboración
teórica constituye, como se puede advertir, el eje de la investigación: sin
embargo, dicha tarea debe ser complementada con antecedentes concretos, de tal
manera que se puedan cotejar los constructos teórico – conceptuales con los
datos actualizados.
· Este informe ha sido publicado recientemente en Chile. Véase: Lévy, Maurice. Cibercultura. Santiago. Dolmen. 2001.
[1] Apenas el 3% de la población latinoamericana tiene acceso a Internet, el equivalente a un solo país como Corea del Sur. Mientras en España existe una PC por cada 33 estudiantes, que esperan reducir a 1 por cada 12 en el 2005, en países como Brasil sólo el 13% de la población tiene una PC; en Chile apenas el 14% de los hogares están conectados, y de éstos, el 68% pertenecen a los sectores acomodados ABC1. Véase Claudio Homann B. El Mercurio. Diciembre 05.2000
[2] Quéau, P. Lo virtual.
Virtudes y vértigos. Barcelona. Paidós. 1995: 33.
[3] “The globalization of markets is at hand. With that, the multinational commercial world nears its end, and so does the multinational corporation. The global corporation operates at low relative cost – as if the entire world (or major regions of it) were a single entity; it sells the same thing in the same way everywhere”. Levitt, Th. The Globalization of Markets” in Harvard Business Review. May-June 1983.
[4] Para un examen pormenorizado de la llamada reestructuración del capitalismo, véase a: Castells, Manuel. El modo de desarrollo informacional y la reestructuración del capitalismo in La ciudad informacional. Madrid. Alianza Editorial. 1989: 29-64.
[5] Garretón, M.A. La sociedad del cambio de siglo in La sociedad en que vivi(re)mos. Santiago Lom Ediciones. 2000: 25-53.
[6] Castells, Op. Cit. pp.29 y ss.
[7] Sarlo, Beatriz. Todo es televisión in Instantáneas. Buenos Aires. Ariel. 1995: 113-195
[8] Hemos abordado este tema en el libro en preparación: Cuadra, A. De la ciudad letrada a la ciudad virtual. Santiago 2000.
[9] Lèvy, P. Cibercultura. Santiago. Dolmen. 2001: 26.
[10] Lévy. Op. Cit. 32.
* Hernández Sampieri. Metodología de la investigación. Bogotá. McGraw Hill. 1991: 59-60.
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