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Transformaciones socioculturales de la democracia: aproximaciones al estudio de la vida política

 

Alejandra Beccaria

Liliana Mayer*

 

1. Introducción

Desde la apertura democrática hasta nuestros días, la sociedad, la cultura y el sistema político mismo han sufrido constantes y grandes cambios. Al tomar estos fenómenos en términos históricos, la variabilidad de los mismos es una dimensión a tener en cuenta al momento de pensar y analizar la democracia en nuestro país. Dentro de este marco, el objetivo de nuestro trabajo es indagar acerca de las transformaciones que tuvieron lugar en la vida política argentina teniendo en cuenta los aspectos culturales y sociales de la misma.

 

Partiendo de la hipótesis que afirma que a lo largo de los veinte años de vida democrática se reafirmaron los aspectos formales de la misma, el trabajo analiza los cambios estructurales que se dieron en la sociedad a partir del resurgimiento democrático al tiempo que indaga sobre las formas culturales de la política. La dimensión cultural cobra importancia ya que incorpora en nuestros estudios los factores que hacen a los simbolismos y significados que estructuran la vida política. En este sentido, la vida social se torna más inteligible a partir de la incorporación de esta esfera analítica.

Dentro de este marco son pertinentes las consideraciones acerca de la naturaleza de los cambios que se dieron en estos veinte años en el plano social, de los partidos políticosy otras instancias de representación y de la participación política. Los cambios registrados en estos espacios organizativos dan cuenta de las transformaciones enla estructura social y enlas relaciones sociales tejidas en torno a la sociabilidad política.

La pluralidad de situaciones y de transformaciones dadas a partir de la globalización y de la reapertura democrática rompen con el esquema clásico y dualista de interpretación de la sociedad, que basado en actores antagónicos (propietarios – proletarios) estructuraba a las instancias organizativas y a los sujetos mismos. La nueva y compleja realidad debilita las antiguas formas de representar y organizar la sociedad abriéndose a nuevos cánones. Los espectros y vehículos a partir de los cuales la sociedad se expresa y ejerce sus demandas, se diversifica al mismo tiempo que se fragmenta la sociedad y las estructuras portadoras de sentido de épocas anteriores, pierden su elemento aglutinante, dando lugar a la emergencia de otras nuevas.

Si entendemos a la lucha política como el espacio en donde se dirimen las cosmovisiones legítimas del mundo – conflicto entre formas de ver, prever, pensar y creer –el análisis propuesto es introducirnos en el estudio de los distintos actores en pugna desde los diversos lugares que cada uno ocupa en el espacio social. En palabras de Bourdieu, afirmamos que a partir de la lucha y pertenencia a un campo, el problema de la legitimidad de los partidos y demás instituciones sociales de representación adquiere sentido y significación.

 

2.La democracia en la Argentina: algunos aspectos generales

 

La década de los ochenta inauguró en Argentina, así como en muchos otros países de América Latina y el Caribe, etapas de transición hacia regímenes democráticos. A partir de entonces –y respondiendo a las peculiaridades propias de cada caso– se fueron creando,recreando y desarrollando espacios formales de socialización e institucionalización que respondían a las reglas del juego democrático. Entendiendo a la democracia como un sistema político que sobrepasa –o debería sobrepasar- los límites de lo formal, la vuelta de la misma significó el comienzo de nuevas formas para los distintos actores de la sociedad civil de relacionarse con la política, surgiendo así nuevas prácticas y politicidades.

En nuestro país, los procesos dictatoriales y las experiencias traumáticas derivadas de los mismos, generaron en los años 80 un clima social de aceptación hacia los ideales de la democracia – liberal antes nunca visto. En este sentido, la democracia y los simbolismos que rodeaban el resurgimiento de la misma, conformaron un elemento de ensamblaje social. Los significados creados alrededor de la nueva experiencia democrática sumados a las vivencias precedentes más próximas, sirvieron como dogma fundamental de este nuevo sistema: desde distintos sectores de la sociedad se impuso a la democracia como la forma más deseable de dirección política.

Veinte años después y más allá de todas las imperfecciones -tanto de las instituciones como de los actores políticos concretos– la democracia sigue siendo la forma más deseable de gobierno y sistema político. Las reiteradas crisis que se produjeron a lo largo de estas dos décadas, si bien pueden haber debilitado la relación de la sociedad con sus representantes y el apego de los primeros hacia el régimen como tal, no son suficientes para acabar con el consenso general acerca de la democracia como la mejor forma de representación y gobierno. Los valores y aspiraciones, ya sean individuales o colectivas, se encuadran dentro de la vida democrática, tal vez más como unideal ordenador que como práctica misma.

A partir de esta diferenciación es que podemos plantear que las formas más arraigadas de la política se relacionan con los aspectos más formales y normativos de la democracia como forma de vida política: sufragio universal, elecciones, partidos políticos y alternancia de los mismos en el poder. Las instancias legales de decisión se encuentran fuertemente aceptadas en los distintos sectores de la sociedad, y más allá de los cuestionamientos e impugnaciones a los que asistimos en los últimos tiempos, las salidas y resoluciones a las crisis y problemáticas planteadas se encuadran dentro de los márgenes del juego democrático.

De manera análoga a la estabilidad democrática y a la aceptaciónde los valores y regulaciones normativas que establece el régimen, las democracias occidentales en general –latinoamericanas o no-y en especial la argentina, presencian un alto nivel de descontento que mezcla, muchas veces con el soporte ideológico de distintos sectores sociales formadores de opinión, consideraciones morales, afirmaciones sobre la ineficacia administrativa, disconformidad en el manejo del gasto público y la asignación presupuestaria, disonancias que dan cuenta de la brecha existente entre representantes y representados.

Sin embargo, como decíamos anteriormente, la crítica en los diversos niveles en que se manifiesta, no es un fenómeno exclusivamente argentino, por lo que debemos analizar esta situación teniendo en cuenta aspectos contemporáneos que –si bien no agotan la explicación del fenómeno– nos aportan un marco conceptual y de referencia quepermite ahondar nuestro análisis.

Desde la reconstrucción del régimen democrático enla Argentina 20 años atrás, se registró una tendencia permanente y creciente a la desestructuración de los vínculos sociales (1), en plano laboral, cultural, urbano y escolar entre otros.

Se registra, al mismo tiempo, una carencia de puentes estables: los individuos se han convertido en “nómadas” porque sienten que las redes que los hacían formar parte de grandes totalidades se han ido desintegrando una por una o están a punto de desintegrarse. (Bauman; 1999:pag. 75). Autores como Berger y Luckman (1997) definen este fenómeno incorporando el concepto de crisis de sentido. Esto significaría que las sociedades se encuentran frente a las consecuencias de la complejidad pluralista de la vida social y al debilitamiento de las instituciones antes productoras y proveedoras de significados que les permitían pensarse a sí mismos y al mundo circundante. (Sidicaro; pag. 2: 2002)

Más allá de las tipificaciones y distintas conceptualizaciones, los aportes teóricos sobre estos procesos dan cuenta de la crisis de los grandes relatos sociales en los últimos años, narraciones que cohesionaban a la sociedad objetivamente al tiempo que la dotaban de un abordaje conceptual, cohesionador y compacto a partir del cuál pensarse.

Desintegradas estas leyendas, debido al propio desenvolvimiento de la matriz económica capitalista y a las libertades políticas y sociales que las democracias modernas propician, los vestigios de las estructuras / redes totalizantes pierden su carácter de confiabilidad y seguridad, lo que deriva en lo que respecta a la vida política, en una desestructuración y destradicionalización que tiene su correlato en las demás dimensiones de la vida cotidiana de los sujetos sociales. La existencia social se precariza, creando la percepción de que el mundo circundante es una superposición esferas, generando desintegración y desestructuración de los vínculos sociales de manera creciente. La combinaciónentre el creciente deseo de autonomía de los sujetos, la destradicionalización de los modos de vida, el rechazo a las jerarquías, la búsqueda de nuevo valores y el proceso de declinación del Estado- Nación, creó una creciente dificultad para los partidos políticos propios de las democracias anteriores. Representar se hace enormemente difícil para los partidos en virtud de la mayor complejidad y diferenciación de los tejidos sociales que anteriormente unificaban y organizaban dimensiones claves de la vida de las personas (Sidicaro; 2002; pag. 4).

Como lo mencionábamos anteriormente, la libertad política propia de las democracias contemporáneas y la apertura económica del neoliberalismo contribuyeron al desarrollo de conductas reflexivas y críticas dentro de la sociedad. Estos procesos suponen libertades políticas que aumentan los niveles de reflexividad de los actores sociales, instalando una nueva vinculación de los mismos con la política, que –a diferencia de relación colectiva dada históricamente-se da de manera individual. Los sujetos se agudizan y aumentan sus análisis críticos, tomando la politicidad en sus manos y cambiando, de esta manera, no sólo la forma de hacer política sino también la de la democracia de nuestros días. Al vivir menos apegados a las tradiciones y al realizar sus capacidades críticas de manera individual, los canales formales/ tradicionales de hacer política pierden su fuerza y lugar, cediéndole el paso a nuevas estructuras que canalizan las demandas sociales.

En este sentido, los procesos de debilitamiento y/o ruptura de los lazos sociales tuvieron como correlato un cambio en la percepción y valoración de losactores –individuales o colectivos-acerca de la legitimidad de los partidos políticos e instituciones estatales, estructuras que hasta ese entonces, otorgaban sentido a sus prácticas sociales y colectivas. Así mismo, el debilitamiento mencionado se encuentra en estrecha relación con el grado de deterioro que los actores en cuestión sufrieron en relación a sus inserciones en los tejidos sociales correspondientes.

 

 

3.La participación política hoy

 

3.1Acerca de la constitución de nuevos partidos

 

Las prácticas políticas que caracterizaron la euforia participativa de los primeros años de la apertura democrática ya no están presentes de igual modo. No obstante, a pesar de la ampliamente difundida imagen acerca del desencanto de la política y sus formasde la ponderada despolitización de los sujetos sociales, partimos de la premisa que la sociedad en su conjunto está tejiendo nuevas formas de vincularse con la política.

Estas nuevas formas de representación y vinculación con el mundo de la política dan cuenta de un cambio en la matriz organizativa en lo que respecta a la dimensión pública: si en un principio la (re)apertura democrática generó un alto nivel de legitimidad hacia los partidos políticos e instituciones estatales, los nuevos comportamientos se desarrollan en un terreno de descreimiento y desencanto creciente hacia las estructuras político partidarias de periodos democráticos anteriores.

La capacidadde representación que en tiempos anteriores gozaban los partidos políticos se fue erosionando en función de la cada vez mayorheterogeneidad, reflexividad y deseo de autonomía en los sujetos. La objetividad social diluida, la creciente capacidad de reflexión por parte de los sujetos junto con su rechazo hacia las jerarquías irrumpió en la escena pública como nunca antes, en la crisis de diciembre de 2001. Los hechos que marcan la salida del gobierno de la Alianza UCR FREPASO reflejan con claridad la situación anteriormente citada: los sucesos que desembocaron en dicha crisis, muestran claramente tales anhelos al mismo tiempo que enfatizan el deseo de mantenimiento de la estabilidad democrática y de su sistema político.

Cuestionada en lo que respecta a sus actores e instituciones y fortalecida en términos formales y normativos, la democracia argentina comenzó a recibir crecientes impugnaciones que se materializaron en el “que se vayan todos”. Este emblema, refleja también la reflexividad creciente de los sujetos: las entonces casi dos décadas de democracia ininterrumpida en nuestro país modernizaron las creencias sobre las cuestiones públicas y las visiones sobre las mismas al tiempo que se destradicionalizaban las conductas electorales. Y en la crisis de Diciembre de 2001 todos estos factores se hicieron observables.

De la destradicionalización y autonomía y reflexividad social o individual crecientes de los sujetos se deriva la “salida” o apertura de los mismos de las estructuras políticas históricamente monolíticas. En estos términos, las elecciones presidenciales de Abril de 2003 fueron testigo de estos procesos: de la irrupción de (nuevos) partidos políticos y de crisis en las estructuras políticas tradicionales que se mostraron imposibilitadas de imponer un sólo candidato y libraron y disputaron sus internas en el mismo momento que las Elecciones. El caso paradigmático de este segundo fenómeno fue sin duda la situación en la cual llegó a los comicios el Partido Justicialista.

Sin embargo, cabe aclarar que en la actualidad el Peronismo sufre las mismas fracciones que otros partidos y tejidos sociales que no logran interpelar al sujeto en su totalidad. En otras palabras, podemos pensar que no son los partidos los que han cambiado sino los sujetos que al consolidarse la democracia en tanto sistema político y diluirse, tanto en el imaginario social como en la realidad institucional, la alternancia cívico – militar, las libertades políticas crearon sujetos reflexivos que dejaban de ser entendidos e interpeladospor los partidos políticos de democracias anteriores.

En lo que respecta al primer fenómeno arriba mencionado, en las elecciones Presidenciales el bipartidismo tradicional quedó relegado entre nuevas fórmulas, alianzas y partidos que se presentaban por primera vez a comicios. Varias estructuras como el ARI y RECREAR Argentina, al mismo tiempo que las distintas nomenclaturas que llevaban los tres candidatos peronistas, eran emergentes de la crisis de 2001. También fueron emergentes de la crisis asambleas populares y movimientos de base que no pudieron –o no quisieron– adquirir presencia vía los canales formales de la organización del juego democrático. Esto dejó el escenario abierto a las prácticas políticas formalmente nuevas que si decidieron/ pudieron hacerlo, buscando redefinir la política y las connotaciones de la misma.

De distintas maneras estas (nuevas) estructuras buscaron estrategias para diferenciarse de los antiguos partidos políticos, ante la creciente ilegitimidad de los mismos y de sus actores. Este es el caso del partido Argentina por una República de Iguales(ARI)y de Recrear Argentina, ambos salientes de la misma estructura: el Partido Radical. Paradójicamente -o no– el camino hacía lo nuevo y futuro fue trazado de manera totalmente distinta por ambos.

Más allá de las diferencias entre estos colectivos, ambos partidos buscaron la entrada o reinserción al campo de la política partiendo de la premisa de ser un desprendimiento de lo anterior, buscando en esto una forma de autolegitimación. Desprendimiento que si bien busca distanciarse de la clase política socialmente cuestionada, busca legitimarse en su accionar distintivo en el pasado. Debido a las reflexiones críticas de la sociedad hacia los actores políticos, quienes pertenecían a este colectivo y deseaban permanecer en la política, se mostraban como lo distinto a lo viejo, rescribiendo sus propias trayectorias al tiempo que se basaban en su propio accionar para legitimar sus candidaturas. Continuidad y ruptura son las dimensiones constantemente aludidas y sobre las cuales organizan su discurso.

Si bien no nos explayaremos en el análisis del partido liderado por Elisa Carrió, nos interesa recalcar que el ARI fue, durante la campaña, uno de los partidos políticos más politizados, es decir, una de las estructuras que más claramente definió sus lineamientos teórico – políticos. Muchas veces radicalizado y exacerbado, el ARI supo definir claramente su posición dentro del espectro de posibilidades del mundo de la política, tomando a esta como la principal esfera donde se dirimen los problemas relacionados con la cosa pública.

Distinto fue el caso del Movimiento Federal Recrear Argentina, que bajo el liderazgo del ex radical Ricardo López Murphy, evitaba cualquier tipo de nomenclaturas e identificaciones políticas al tiempo que manifestaba su despreció por la práctica política tradicional. Apelando mayoritariamente al electorado anteriormente radical y luego aliancista, la estrategia de distinción con respecto al pasado por parte del Movimiento, fue apelar a la reforma estatal, a la acción suprimiendo los debates ideológicos y a la honestidad, eficiencia y progreso. Todo esto, acompañado por eufemismos que aludían al populismo de Estado y al clivaje peronismo–antiperonismo, siempre evadiendo posturas políticas.

Por otro lado, Recrear cristaliza la inserción en el plano de la vida política de actores ligados al capital privado, con o sin fines de lucro. Los miembros participantes de esta estructura justifican su autoridad en temas públicos a raíz de sus históricas inserciones en distintos campos del ámbito privado. Las conjunciones, fusiones e introducciones de actores ajenos a la política y pertenecientes al mundo de los negocios y/o de la beneficencia y acción social actúa como elemento aglutinante –como lo explicaremos más adelante-tanto de Recrear como de posteriores estructuras que adoptarán los mismos lineamientos y experiencias.

Desde este punto de vista, la novedad en el nivel de las prácticas políticas que introduce Recrear y que luego será adoptado por otros partidos políticos –como Compromiso Para el Cambio (CPC), liderado por Mauricio Macri-es la ausencia de definiciones sobre la problemática social desde un paradigma explicativo concreto. La estrategia discursiva de estos (nuevos) actores no es cómo entender la sociedad, sino organizarla y solucionar los problemas mediante decisiones técnicas aparentemente neutrales que se enfrentan –según su propio diagnóstico-a una política viciada por luchas y debates ideológicos acerca de los problemas sin llegar al plano de la acción. La búsqueda de un discurso con productividad social es el tal vez uno de los elementos más distintivos de estas estructuras político–partidarias.

En el marco de este discurso, existe una constante apelación a la razón, por sobre todo individual, de los sujetos al votar al mismo tiempo que la apelación a la racionalidad de la fórmula postulada de ganar las elecciones y constituirse en gobierno. Estas enunciaciones no sólo tildan a las administraciones precedentes de irracionales y deficientes, sino que al apelar a la utilización de la razón en los sujetos, incorporan la idea(al menos tácitamente) de que el voto es –en términos weberianos - una acción racional con arreglo a fines. Esto supondría, entre otras cosas, que lo político se toma como bien público susceptible de ser intercambiado en términos del mercado y que los individuos al elegir determinada oferta política, lo hacen en principio eligiendo la mejor del mercado (Heras Gómez, 2002).

Sin embargo, debemos resaltar que la teoría de laelección racional en lo que respecta a las opciones electorales, tiene muy relativa utilidad si buscamos definiciones y significados de lo político. Son muy pocas las situaciones en las que el individuo se posiciona frente al mundo de la política y sus actores desde el cálculo estrictamente racional e individual. La historia, ideología, tradición, religión y cultura son sólo algunos de los aspectos que se ponen en juego al momento de depositar el sufragio en la urna.

También son importantes e innovadores otros contenidos en la enunciación discursiva acerca de la visión y proyecto de país que tanto Recrear como CPC argumentan. Ambos promueven la incursión de actores externos a la lógica política y a las reglas del juego referente a la cosa pública. La incursión del capital privado en el Estado y organismos del mismo es una apelación constante en estas estructuras.

La relación que desde estos sectores se propone con el Estado se centra en lograr una gestión asociada entre el mismo y las distintas Organizaciones No Gubernamentales. La creación de oficinas estatales para coordinar las relaciones con este sector, promover el fortalecimiento institucional y financiero, la articulación con representantes del Parlamento y la interlocución con el Municipio y ser los canales a través de loscuales se conduce la participación ciudadana, son parte de la agenda del Tercer Sector.

Proponen la movilización de los sujetos individuales o colectivos relacionados al sector privado, que procuran una movilización y participaciónque sólo puede realizarse a partir de la reforma y descentralización estatal, en lo que respecta al achicamiento del Estado y pérdida de capacidades del mismo y de sus instituciones, la delegación de facultades a favor a organizaciones intermedias y la desregulación y descentralización de programas y políticas sociales, para permitirle a éstas mayor protagonismo. Protagonismo que sólo puede darse ante la retirada y debilitamiento del Estado, algo que bajo alusiones a la ineficiencia estatal y a la necesidad de reformar y modernizar al mismo, se plantea como ideas fundacionales de estos partidos políticos.

Introduciendo la dinámica del empresariado, que bajo la forma de capital sin fines de lucro justifica su interés en la cosa pública, estos actores intentan importar modelos de democracias de otras latitudes – en especial provenientes de Estados Unidos – basándose en una confusión entre moral y política. Así honestidad ytransparencia, entre otros elementos discursivos, pasan a ser materia prima para el votante. La confusión – a nuestro juicio adrede – de estos dos planos,no es algo nuevo ni particular a estos colectivos, sin por eso dejar de exacerbarlos constantemente en sus discursos y plataformas políticas. Al posicionarse como sujetos que no necesitan de la política para acceder a beneficios objetivos y simbólicos, exacerban condiciones éticas que no son suficientes para abrirse juego en el campo político, así como en ningún otro campo. La condena moral de la política argentina es uno de los elementos principales de un sistema dominación, instalado por muchas organizaciones intermedias que repiten la dominación imperial.

Sin embargo, es bueno aclarar que la democracia no es un conjunto individual y único de instituciones universalmente aplicables. La forma específica que adquiere la democracia en un Estado – Nación está determinada en gran medida por las situaciones materiales de vida: las circunstancias políticas, sociales, económicas y culturales prevalecientes. Al mismo tiempo está condicionada por factores históricos y tradicionales que hacen que recetas externas no sean siempre aplicables a otros territorios, donde las condiciones objetivas y materiales de existencia y las prácticas que de ellas derivan, distan de las condiciones y prácticas de los países donde la forma de democracia importada adquiere significado.

Si bien es cierto que la democracia moderniza las sociedades debido a las libertades políticas, económicas, sociales y culturales ya descriptas, la democracia es procedimiento y no un fenómeno sustantivo: de ahí sus diferentes tipos, variaciones y objetivaciones. Plantear el análisis de la democracia en estos términos, nos permite ver las peculiaridades de cada caso dentro de la matriz contemporánea y realizar un análisis más específico de la realidad. Como rasgo distintivo de la materialización de este sistema en Argentina – y tal vez en América Latina en su conjunto – debemos admitir que la democracia se encuentra fortalecida, como ya lo dijimos anteriormente, al menos en términos formales.

A lo ya antes expuesto acerca de la aceptación universal de los valores y aspiraciones acerca de la vida democrática ya la conformidad normativa a ella conferida, debemos agregar el contexto político que la fomenta. El fortalecimiento de la democracia en Argentina se da en combinación con la globalización, lo que deriva –entre sus consecuencias negativas– en una mayor exclusión. La mundialización de la economía –y la lógica actual del capitalismo– requiere estados y gobiernos débiles que favorezcan con medidas como la eliminación de tributos yleyes a favor de los asalariados,al desarrollo del sistema capitalista.

El consecuente debilitamiento del Estado–Nación, trae aparejado otros declives, como los de la identidad nacional –construcción simbólica en manos del Estado– al tiempo que le quita inocencia al ciudadano, al liberarlo de antiguas redes a las que se subordinaba en el pasado. De ahí que el fenómeno del debilitamiento de las identidades políticas sea un rasgo sintomático de nuestras eras.

Entonces al debilitarse también la construcción simbólica hecha alrededor de las identidades políticas, se debilita también la relación que los votantes materializan con sus candidatos. Liberados de los dictámenes histórico-sociales, familiares, culturales y tradicionales que – entre otros – determinaban sus elecciones electorales, el ciudadano realiza y analiza de manera individual sus opciones políticas. Alejados de las identidades políticas, y por tanto de la dominación que estos artefactos implicaban sobre las personas, los mismos establecen una relación menos duradera y consistente con sus representados, que si bien deriva del desencanto y crisis de representación, el elemento distintivo en esta nueva forma de relacionarse con la política y con las posibilidades concretas de elección, es la creciente y constante reflexividad de las personas, que deriva en cortes de boleta, cambios de estructuras partidarias y un eclecticismo en sus opciones antes soñadas o tal vez hasta prohibidas.

Una de las consecuencias más novedosas de este fenómeno es el crecimiento del individuo autorrepresentado: los cacerolazos, las marchas en repudio de acontecimientos delictivos hasta los cortes de ruta y las asambleas barriales, dan cuenta de una nueva socialización política y de nuevos actores que irrumpen en escena, saliéndose de los canales formales del campo político.

 

3.2 Sobre los nuevos espacios de participación social: acerca de las Asambleas Barriales y los Piquetes

 

Siguiendo esta línea analítica, puede pensarse que las nuevas formas que está adoptando la vida política son espacios en donde se regeneran los perdidos vínculos democráticos. A partir de la caída del gobierno de De La Rua, pueden identificarse la emergencia de dos grupos sociopolíticos: las organizaciones piqueteras y las Asambleas Barriales.

Si bien cada uno de ellos tiene sus propias formas y bases particulares, reconocemos en ambos una nueva modalidad de conformación de un grupo político. Con relación al primero de ellos (los grupos piqueteros) puede decirse que surgen - previo a las asambleas-,en respuesta a las cada vez más graves condiciones socio – económicas derivadas de las políticas neoliberales implementadas a lo largo de toda la década menemista.

El caso de las Asambleas barriales puede ser interpretado como la cristalización de los cacerolazos que espontáneamente emergieron el 19 y 20 de Diciembre de 2001, como forma novedosa de protesta social por parte de los supuestos adormecidos sectores medios de nuestra sociedad. Sin embargo, se debe tener cuidado al considerar a este grupo como un todo homogéneo, ya que su composición es desigual como también lo son las demandas de cada una de las Asambleas.

Los piqueteros y las Asambleas barriales dan cuenta de un estado particular de nuestra sociedad: la emergencia de nuevas formas de relacionarse en torno de la vida democrática. Estos nacientes y originales vínculos sociales que se están tramando en torno a cuestiones que atañen a la vida política de la Argentina son ámbitos de socialización que a la vez que actúan como ensamblaje social confieren vitalidad al sistema democrático.

La originalidad de estos espacios colectivos se basa, por una lado, en la constitución de los mismos en una estructura novedosa. Por otro lado, la metodología que adoptan para concretar sus objetivos implican formas inéditas de participación y reclamos en lo que refiere a la vida pública.

La presencia de sujetos habilitados (o mejor dicho que se sienten) para decir y opinar acerca del mundo político (los sujetos que se vuelven cada vez más reflexivos), sumado a la destradicionalización de la política, generó un campo propicio para la emergencia de estas formas desconocidas de estructuración sociopolítica del territorio - las “Asambleas Barriales” - como espacio de deliberación e imposición de restricciones a las acciones estatales.

El principal escenario de estas Asambleas fueron los distintos barrios de la Ciudad de Buenos Aires que frente al vacío político y la sensación de desestructura, empezaron a reunirse regularmente en espacios públicos como ser las esquinas, las plazas, los parques y ciertos bares debarrios de la ciudad. Si bien en las principales ciudades del interior del país las reuniones de las Asambleas tienen lugar, su distribución geográfica es altamente heterogénea y desigual.

No debe perderse de vista el hecho de la composición interna de las Asambleas. Es común escuchar decir que sus bases están compuestas por las clases medias, sin embargo hay que tener en cuenta que sus componentes son altamente heterogéneos ya que hay una amplia gama de participantes dentro de estos nuevos colectivos en cuanto a sus edades, sus tradiciones políticas, el género y su procedencia social y económica. Estas diferencias tienen su correlato en aquellas cuestiones que se tematizan y debaten dentro de las reuniones. Si bien en la mayoría de las Asambleas se priorizan las cuestiones que atañen a los problemas de la realidad política y social del país, en cada Asamblea en particular se debaten cuestiones más precisas que atañen a cada barrio (2).

Pero, a pesar de la fuerza y del entusiasmo de los comienzos, las Asambleas encontraron reducidos sus espacios (disminuyeron considerablemente los miembros asistentes), viéndose – en muchos casos - comprometida en su continuidad.

A pesar de los avatares que sufrieron (y todavía sufren) estos nuevos colectivos barriales, puede entreverse en su organización la presencia de un ideal profundamente democrático. La intención de generar espacios en el que participe el barrio - a través de la reivindicación de la figura del vecino – nos habla de la voluntad de reconstruir ámbitos abiertos a la comunidad. En definitiva, nos está demostrando que las nuevas formas organizadas de la política, con sus nuevos sujetos sociales, buscan una recreación de la democracia entendida como sistema político de participación ciudadana.

Las consecuencias materiales de la implementación de las políticas neoliberales pueden apreciarse en las profundas transformaciones del mundo social, político y económico que vivenció la Argentina de la década menemista. Por ejemplo, algunas de estas mutaciones son las inéditas cifras que adquiere el fenómeno de la pobreza, la creciente inequidad en la distribución de los ingresos y las cada vez peores condiciones del mercado de trabajo.

De esta forma, la revelación del desempleo como una característica estructural de nuestra sociedad trajo aparejado diversos efectos en el plano de la organización social. Uno de ellos puede entreverse en la constitución de un movimiento social de desocupados (Svampa y Pereyra,2003).

Frente a la desalentadora situación que implicaba una evidente desmejora de las condiciones materiales de existencia, desde inicios de los años noventa comenzaron a manifestarse en diferentes zonas del interior del país, desconocidas formas de protesta social. En aquellas regiones del país en donde la vida entera de los sujetos se encontraba estructurada en torno de las empresas estatales o bien de las industrias, las reformas estructurales tuvieron un impacto devastador.

En este contexto, cabe preguntarse cuáles fueron aquellas secuelas que esta situación - que podríamos denominar de tipo objetiva – tuvo en el plano de la organización colectiva. Es decir, ¿cómo fueron procesadas estas experiencias en el ámbito de la sociedad civil?. En términos analíticos, es posible visualizar que generó un espacio propicio para la acción política.

De ahí que este nuevo modo de protesta social -el piquete- fue la respuesta que sectores de la sociedad, mayoritariamente de procedencia obrera (tradicionalmente denominados sectores populares), encontraron para resistir la situación de creciente miseria en la que se hallaban inmersos.

Cortar las rutas, las calles o los puentes devino en una práctica colectiva que en determinados momentos se mostró (y se nuestra) capaz de influir en el rumbo de la sociedad. Al mismo tiempo, los sujetos inscriptos en estas modalidades de protesta-y por qué no, formas de participación política– lograron construir lazos de pertenencia ante la desafección de los tradicionales partidos y dotaron de sentido ciertas prácticas de su vida cotidiana.

Lejos de plantear una mirada romántica acerca de los grupos piqueteros consideramos que, no sin reservas, pueden ser llamados políticos. Asimismo, no debe dejarse de lado la relación de dependencia que se establece con el Estado a partir de los Planes Sociales. El tiempo dirá si su existencia y acciones se constituyeron como simples artefactos de reclamos concretos y coyunturales (pero no por eso de menos valor), o bien fueron las formas incipientes de nuevas formas de representación y participación política. La existencia y eventual perdurabilidad de estos grupos, desembocan en formas democráticas de organización y acción que la sociedad descubre para expresarse. Y, es en los marcos de estas expresiones donde se construyen y vivifican lazos de solidaridad.

Partiendo de la idea que entiende a la participación política como un conjunto de acciones heterogéneas que tienen una influencia positiva en la vida colectiva de una sociedad, se desprendeque el fenómeno de las nuevas formas que adquiere la participaciónciudadana está inscripto en la matriz anteriormente explicada (mayor reflexividad, destradicionalización, etc.).

Este fenómeno estaría mostrando la capacidad de la política de reinventarse a sí misma, transformación que está inserta dentro de los cánones que impone la matriz contemporánea. Entonces, al encontrarse los individuos cada vez más agudizados (en términos políticos) los lazos que se generan en torno a los colectivos políticos se arraigan de manera distinta a lo históricamente conocido en las democracias anteriores. Vale decir: en términos históricos los individuos al ser interrogados acerca de sus inserciones políticas respondían en términos esenciales: hablaban de ser. Las respuestas a preguntas políticas y de identidades partían de cuestiones existenciales. Por el contrario, en nuestros días la respuesta está articulada en términos de conductas electorales más laxas y circunstanciales. Los sujetos piensan y ser perciben por sí mismos, independientemente de las estructuras y sistemas de dominación que anteriormente los contenían.

Asimismo, la matriz anteriormente desarrollada lleva a la conformación de identidades referidas a dimensiones específicas de los sujetos. En el caso de los piqueteros, la falta de trabajo y en el de las Asambleas barriales (además de sus demandas macro y los ideales de mejora del sistema político) objetivos puntuales que refieren a su entorno más próximo. Las dimensiones constitutivas que aglutinan a estos individuos refieren a instancias concretas de la vida cotidiana más que a ideas o identificaciones sociales y políticas. Esto marca una limitación a la durabilidad de la inserción de los sujetos en el mismo. En un mundo globalizado donde migrar es una posibilidad presente y concreta, la disponibilidad del sujeto a formar y continuar en el grupo va a estar determinada por su presencia material en el espacio. Al mismo tiempo, si la dimensión objetiva a la vez que simbólica que agrupa a los piqueteros es la falta de trabajo, llegado el caso de incluirse en el mercado (ocasional o permanentemente), queda condicionada la posibilidad de continuidad del individuo.

Como contracara de estos aspectos más frágiles, podemos observar que el hecho de que los espacios de participación estén fundados en cuestiones o circunstancias concretas permitiría una mayor amplitud ideológica y/o la formación de nuevas identidades en el seno de los grupos, sobre una base más pluralista o, en sus mejores casos, democrático. En tanto estos actores comparten los principios éticos y políticos democráticos de libertad e igualdad, se mantienen unidos respetando esas premisas. Es decir que formar parte de la comunidad democrática posibilita la estructuración de agrupaciones cívicas.

 

4.Algunas conclusiones globales

 

A lo largo de estas páginas intentamos analizar las formas que la democracia adquiere en nuestros días, en un contexto signado por la crisis de las distintas instancias de representación, el agotamiento del modelo neoliberal heterodoxo y un constante deterioro de las capacidades del Estado para intervenir eficientemente en la sociedad y canalizar las necesidades de la misma.

Ante esta situación, la sociedad – fragmentada y heterogénea –busca nuevos canales y espacios de representación a los cuales sumarse bajo una mirada crítica. Así, puede afirmarse que la democracia – en tanto marco propicio para la generación de estas estructuras– se reinventa y resignifica. Sin embargo, las variaciones, significaciones y resignificaciones que adquiera estarán limitadas por la matriz que le da forma. En este sentido es importante retomar la idea del cambio de relación de los actores en torno a la política: la relación históricamente colectiva hacia las instancias de participación se diluye y debilita ante las capacidades reflexivas y críticas de los sujetos y los resquebrajamientos de los tejidos colectivos. Desde esta perspectiva, las adhesiones que reciben las distintas estructuras que hacen a la representación social se construyen desde lo individual, depositándose en ella ilusiones particulares de los sujetos. Las esperanzas que se crean son las expectativas de muchos y no las de un todo concreto y compacto.

Al ser la democracia una construcción social, la misma se halla en constante estructuración y las formas en las que devendrá varían en función de las distintas luchas en pugna y acciones sociales de los sujetos.

 

 

Bibliografía

 

- Auyero, Javier: La política de los pobres. Las prácticas clientelísticas delperonismo, Manantial, Buenos Aires, 2001.

“Desde el punto de vista del cliente”, en Apuntes de Investigacióndel CECyP, Nº2/3, 1998.

“La vida en un piquete. Biografía y protesta en el sur argentino”, enApuntes de Investigación del CECyP, Nº 8, 2002.

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Notas

* Lic. en Sociología- UBA alejandrabec@hotmail.com

lilimayer@yahoo.com

1 - En este sentido, es necesario aclarar que el fenómeno de desestructuración de las relaciones sociales alude a los debilitamientos o quiebres definitivos que se manifiesta en determinados sistemas de lazos sociales que anteriormente daban sentido a las orientaciones de los actores que participaban de ellos. El concepto de lazo o vínculo sociales definido aquí en función a las dimensiones clásicas de análisis durkhemianas, aunque incorporando aportes de distintas corrientes de pensamiento contemporáneas sobre la temática. En este sentido, nos parecen significativas las contribuciones de los autores que destacan las tendencias a la destradicionalización, el aumento de reflexividad y crisis de sentido que se registran en las sociedades contemporáneas al desestructurarse lossistemas de prácticas que característicos de la primera modernidad.

2 - En la actualidad, la agenda de las reuniones que se desarrollan en el marco de las Asambleas, se estructura en torno aproblemáticas cotidianas tales como lainseguridad, la conformación de microemprendimientos y la recuperación de espacios culturales y centros de producción simbólica. También la coyuntura impone temas que atañen a la realidad política nacional como ser la posición o alineamiento de la Argentina frente al ALCA.

 

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