La
brecha digital: Cibercultura y desarrollo. Paradojas
y asimetrías de una sociedad en red. Nuevos
contextos y usos de la cibertecnología en Chile PROYECTO
DE INVESTIGACIÓN FONDARCIS 003/02 por ÁLVARO CUADRA |
4.3.1.
La educación como desafío
El ámbito educacional exige, como ninguna otra práctica
social, una clara distinción de tres factores que se conjugan en ella, a saber:
técnología, cultura y sociedad. Aclaremos desde ya que la tríada
mencionada es sólo conceptual, pues sabemos que la educación es un espacio
tejido de lazos e intercambios sociales en que la dinámica de las
representaciones se comparte con el apoyo de artefactos eficaces. En este
sentido, parece pertinente entender lo tecnológico en cuanto: “...un ángulo
de análisis de los sistemas sociotécnicos
globales, un punto de vista que pone énfasis en la parte material y artificial
de los fenómenos humanos, y no una entidad real, que existiría
independientemente del resto, tendría efectos distintos y actuaría por sí misma”.[179] De
esta manera, nuestra mirada quiere superar la visión reduccionista según la
cual la Computer Supported Cooperative Learning (CSCL) es el tránsito de
lo presencial a lo distante, o el paso de la logosfera a lo multimedial. Una
definición operacional de e - learning como “...uso de las
tecnologías del Internet para promover un amplio despliegue de soluciones que
mejore el conocimiento y el desempeño”,[180]
posee la ventaja de subrayar un aspecto que nos parece central: el uso.
En efecto, más que la implementación de sofisticados equipos y herramientas, el
e – learning plantea el desafío del uso que hacemos de una tecnología
dada en el seno de una sociedad concreta y una cultura históricamente acotada.
En pocas palabras, el e – learning se instala como una de los ejes en el modo
informacional de desarrollo, cuestión que forma parte de algunos gobiernos
de nuestra región y constituye parte importante de la agenda de los próximos
años: A mediano plazo, el uso de las tecnologías y redes de información
deberá estar totalmente integrado a la enseñanza curricular, lo cual
proporcionará un mayor dominio de estos instrumentos a las nuevas generaciones,
al tiempo que modernizará las prácticas docentes.[181]
Hasta hoy
se reconocen básicamente dos grandes modalidades de aprendizaje, en primer
término está la llamada modalidad asincrónica en que el proceso enseñanza
aprendizaje está diferida en el tiempo y el espacio, y en segundo lugar, la
modalidad sincrónica en que el estudiante puede seguir en tiempo real el
proceso de enseñanza aprendizaje. Así, por ejemplo, las tecnologías CBT y WBT
suponen la asincronía, mientras que el Chat y la Videoconferencia o el
Aula Virtual son tecnologías sincrónicas. Sin embargo, tal como ya lo
hemos señalado, nuestro énfasis apunta hacia una superación de cualquier
reduccionismo tecnológico, es así que planteamos más bien Modos Integrados
de Aprendizaje (MIA) en el que se conjugan modos sincrónicos y asincrónicos
con clases presenciales y el apoyo de manuales impresos; en este sentido,
resulta interesante consignar una de las hipótesis de Rosenberg cuando señala: Las
personas que creen que la tecnología reemplazará totalmente los grandes
profesores en el salón de clases, con aprendices altamente motivados, están tan
mal aconsejados como aquellos que creen que el Internet es una moda pasajera. [182]
Nos parece que este enfoque nos ofrece un amplio espectro de instrumentos y
herramientas que potencian el proceso enseñanza aprendizaje. De este modo,
concebimos una estrategia en que se dan cita dos momentos cruciales, por una
parte el MIA y los procesos de diagnosis, evaluación modular y certificación
que ellos supone; y por otra parte, el llamado LMS (Learning Management
System) como una instancia de administración y seguimiento del proceso
enseñanza - aprendizaje.[183]
Más que un
problema tecnológico, estamos enfrentados a problemas pedagógicos y sociales ,
pues tal como se ha afirmado: ...el aprendizaje basado en Internet no
depende únicamente de la pericia
tecnológica, sino que cambia el tipo de educación necesaria, tanto para
trabajar en Internet como para desarrollar la capacidad de aprendizaje en una
economía y una sociedad basadas en la red. Lo fundamental es cambiar del
concepto de aprender por el de aprender a aprender ...En
otras palabras, el nuevo aprendizaje está orientado hacia el desarrollo de la
capacidad educativa que permite transformar la información en conocimiento y el
conocimiento en acción.[184] Lo que resulta
más que claro en la actualidad es aquello que señalan los especialistas en
educación: Tanto en países
desarrollados como en desarrollo, queda aún mucho por discutir y avanzar en
cuanto a la aplicación de las TIC (tecnologías de la información y la
comunicación). Entre los temas relacionados con la educación se mencionan: a) los
que las consideran como herramienta y soporte para mejorar la calidad
del proceso educativo. Ya no deben observarse las tecnologías
integradas de información y comunicación únicamente como soportes tecnológicos,
sino como elementos integradores e incluyentes de los procesos de acceso y
recuperación de información y transferencia de conocimiento y de
enseñanza/aprendizaje; b) los cambios profundos y aun paradigmáticos que
requiere el proceso educativo, tanto por el oferente como por el receptor,
y c) los aspectos sociales y culturales, legales, políticos y
económicos de la transferencia electrónica de la información, que deberán
considerarse al planear la distribución, organización, acceso y recuperación
local, nacional o mundial.[185]
En el
caso chileno, se produce una centralización geográfica y social marcada del
acceso a Internet, de hecho, la capital concentra el 40% de la población, el
57% de las conexiones telefónicas y el 50% de las conexiones a la red. Ahora
bien, en términos sociales, el 26% de las rentas superiores en nuestro país
concentra el 70% de las conexiones a Internet; está situación es aún más grave
en otros países de la región como Bolivia o Colombia. Ante un paisaje tan
heterogéneo, el e – learning sólo puede ser pensado entre nosotros como
una urgente estrategia de desarrollo, pues en una perspectiva global
América Latina participa sólo marginalmente con un 4% de los usuarios a nivel
mundial frente a un 42.6 % que acumula Estados Unidos. La llamada “brecha
digital” es una realidad lacerante que lejos de acortarse, se ahonda cada día
más.
La
educación a distancia apoyada por soportes tecnológicos adecuados y
específicos, integrados a las herramientas más tradicionales es, hoy por hoy,
una clara opción para propender a la integración regional y al desarrollo
educacional. Por su misma naturaleza, las TIC’s permiten la desterritorialización
de la enseñanza, facilitando el acceso en zonas alejadas de la capital y
abriendo nuevas horizontes más allá de nuestras fronteras nacionales.
4.3.2. El problema de la
pertinencia
Al plantear
la pertinencia como un problema central de las aplicaciones TIC’s en la
educación queremos subrayar el hecho de que toda tecnología, y en especial las
nuevas tecnologías de la información, entraña de suyo una opción que preconstituye
la constitución misma del saber. En este sentido, se entiende que la
utilización de una determinada tecnología conlleva, ineluctablemente, una
cierta radicalidad. En la hora actual, el saber se ve tensionado por tres
grandes factores que operan como principios externos en su constitución: el
mercado, los nuevos modelos de gestión y la irrupción de las tecnologías de la
información y la comunicación. Así, el modelo según el cual el saber
prefiguraba el mundo de la producción se ha invertido, hoy es el mundo
productivo el que ordena el saber. Si bien, durante la última década, toda la
educación está atravesada por estas variables; éstas se hacen particularmente
evidentes en el ámbito universitario; así, los estudios superiores de pre-grado
han visto cómo sus curricula y sus prácticas se escolarizan
aceleradamente, renunciando a la dimensión crítica reflexiva que era uno de los
supuestos que constituían lo universitario. Tanto las nuevas coordenadas
establecidas por el mercado como el rápido cambio impulsado por las TIC’s han
puesto en tensión las prácticas pedagógicas al uso. Desde nuestro punto de
vista, hasta la fecha las tecnologías han sido administradas por especialistas
ajenos al mundo de la educación que se han dedicado a describir árboles, sin
advertir el amplio bosque de este universo. Pues bien, es precisamente en el
plano estratégico donde aparece con nitidez el problema de la pertinencia;
un problema que, ciertamente, excede con mucho las competencias de los
especialistas en informática para instalarse en el dominio de las ciencias de
la educación. Preguntas tales como: ¿tecnología para qué?, ¿tecnología para
quién?, ¿qué hacer con la tecnología en mi contexto?, o si se quiere, ¿qué es
educar hoy?, todas exigen una investigación fundada en un know how que
está por construirse. La pertinencia de las aplicaciones tecnológicas no
se relaciona tan sólo con lo propiamente académico sino que, además, apunta los
modos mismos de gestión (véase estudio anexo sobre ofertas de plataformas e –
learning en Chile 2003).
Más allá de
las resistencias y prejuicios que genera la irrupción de la TIC’s, nos parece
innegable que nuestras sociedades se encaminan hacia modalidades de desarrollo
informacional. De manera tal que, desde una perspectiva sociotécnica, se ha
alterado la noción misma de desarrollo en países como el nuestro. Un mundo
tardocapitalista en red se nos aparece como una variable externa que debe
conjugarse necesariamente con nuestro espacio histórico concreto. Así, según
hemos visto, se confrontan espacios de flujos desterritorializados con nuestras
historias nacionales y locales. Las posibilidades de desarrollo, de la que la
mentada “brecha digital” no es sino su última manifestación, confrontan dos
lógicas entre nosotros; por una parte una lógica instrumental basada en la
eficiencia, la utilidad y productividad encarnada por consorcios
transnacionales, organismos internacionales y la mayoría de los gobiernos
regionales, mientras que por otra parte asistimos a dinámicas de apropiación,
reinvención de identidades y formas de vida. La inequidad de la “brecha
digital” no remite necesariamente a índices de computadoras por habitante sino
a brechas simbólicas, un déficit en cultura/conocimiento que margina a miles de
individuos de la sociedad globalizada altamente competitiva. Así, según todos
los estudios sobre Desarrollo Humano, a una mala distribución del ingreso se
suma ahora una peor distribución de los conocimientos. Chile no es una
excepción a esta regla. La configuración prototípica de nuestra cultura que
tiende a la concentración / exclusión se repite en cuanto a la conectividad, el
quintil más rico concentra más del 45% de las conexiones, en tanto que el
quintil más pobre alcanza el 7%. Sabemos, empero, que la cuestión de fondo no
se juega en el plano estrictamente material.
La noción
que nos parece central es aquella que enfatiza el uso de las TIC’s. A
este respecto debemos tener presente el hecho de que el impacto de las nuevas
tecnologías sobre los procesos productivos y que se expresa en el aporte de las
TIC’s en el crecimiento del PIB no supera en Chile el 7%, mientras que en los
países desarrollados es superior al 20%. En pocas palabras, el desarrollo
actual de nuestro país comparte dos características centrales, y nada
alentadoras, con los demás países latinoamericanos: primero, una pobreza dura
superior al 20% y, segundo, un desarrollo de baja tecnología.
No nos
adscribimos a visiones apocalípticas frente a la “brecha digital”, más bien
tendemos a pensar que si bien se detectan “males incurables” inherentes al
tardocapitalismo, existen no obstante “males curables”. Es en ese espacio donde
debemos concentrar el quehacer de organismos y gobiernos los años venideros. Es
claro que las estrategias que reclamamos pasan, necesariamente, por duras y
profundas reformas políticas. Entendemos que es en el campo de la política
donde deben buscarse nuevas relaciones tecnoeconómicas y nuevas configuraciones
culturales. Chile no puede seguir atrapado en lógicas del siglo pasado, los
nuevos contextos globales, reticulares, exigen una democratización muy seria en
nuestro país. Según hemos visto, la educación constituye el pilar sobre el que
se articula cualquier posibilidad futura. Mientras el ciberespacio siga
reproduciendo la arcaica estratificación colonial de nuestra sociedad,
verdadero régimen de castas, no conseguiremos una inserción clara en el nuevo
mundo que aparece.
Nuestro
estudio nos ha permitido dar una mirada descriptiva y panorámica a lo que se ha
dado en llamar cibercultura. Se trata, por cierto, de una primera aproximación
que quiere ser más una reflexión cultural y un ejercicio de imaginación
teórica que un estudio técnico. Tal como lo señalamos en nuestra hipótesis,
todos los antecedentes recogidos reafirman que la llamada “brecha digital” es
el problema socio - cultural más importante de los países en vías de
desarrollo: tanto desde el punto de vista de acceso a las tecnologías y redes,
como desde la perspectiva del desarrollo de competencias en la población.
Hemos
visto cómo se está transformando el régimen de significación en el mundo
contemporáneo, poniéndonos no sólo ante nuevos escenarios
económico culturales sino además ante modos de significación inéditos.
La Ciudad Letrada, asociada al orden colonial va perdiendo su fuerza y adviene
un nuevo régimen que hemos llamado Ciudad Virtual. Esto nos ha obligado a
tratar de entender los fundamentos mismos de esta transformación, la compresión
espacio temporal, pues es a este nivel donde se verifican los cambios.
La
“brecha digital”, actualiza un nuevo / viejo problema. Si la entendemos en su
dimensión más obvia, se trataría de la brecha tecnológica que hemos arrastrado
durante todo el siglo XX. Sin embargo, es más que una carencia de tecnología,
es ante todo una falta de saber. Por vez primera en su historia, nuestros
países se enfrentan a la paradoja de que la misma miseria e injusticia de los
pueblos que alimentó a las élites y que fueron su condición de
existencia, se vuelve contra toda posibilidad real de insertar a estos países
en los nuevos modos de desarrollo. Y algo aún más paradojal, el
tardocapitalismo globalizado se ha convertido en una fuerza modernizadora
entre nosotros, en cuanto impone una racionalidad de mercado que contradice el
orden político-cultural colonial de América Latina. Si hay alguna revolución
que se avizora en lontananza, ésta es una revolución cultural cuyos ejes son la
democracia, el individualismo y el mercado. La “brecha digital”, en este
sentido, se nos aparece más como una extemporaneidad de las sociedades
latinoamericanas y sus instituciones.
América
Latina y Chile en particular se enfrentan a lo que podríamos llamar la Cultura
Internet o régimen de significación digital. Cualquier estrategia
futura exige tres dimensiones concretas a considerar:
a. Una estrategia tecnoeconómica que
posibilite la inserción de nuestros países en el espacio de flujos, tanto en lo
comercial como en lo simbólico.
b. Una estrategia política que
vincule la noción de ciudadanía y democracia no sólo con la conexión física
sino con la apropiación de los nuevos lenguajes (su uso)
c. Una estrategia socio - cultural
que reinvente formas de participación ciudadana desde el ámbito escolar y
laboral, los llamados habitus de Internet. Sólo de este modo
consolidaremos un capital humano capaz de enfrentar el mañana:
absorbiendo, aplicando y generando conocimiento.
El
estado actual de los países de nuestra región plantea más inquietudes que
esperanzas concretas, el panorama se caracteriza por un debilitamiento del
Estado en su papel regulador de políticas públicas, la alta concentración del
PIB en una minoría de los habitantes, por último a esto se agregan problemas
endémicos como la presencia de grandes consorcios transnacionales que
determinan las orientaciones tecnológicas. La “brecha digital” se instala precisamente
en este cuadro.
No
hay recetas fáciles para superar el actual estado de cosas ni un modelo único.
América Latina es al mismo tiempo unidad y diversidad, no obstante, en un
diagnóstico global, la educación aparece como el punto nodal para desatar las
posibilidades futuras. Las nuevas tecnologías son, desde este punto de vista,
una herramienta crucial para emprender novedosas formas de educar a nuestros
pueblos, no sólo como escolarización sino como ciudadanos libres y concientes
de su dignidad. El desafío de la región es ante todo un gran reto a la
imaginación de gobiernos, intelectuales y ciudadanos.
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