Che, el diario de Bolivia (Richard Dindo, 90 min., Francia / Suiza, 1997)

 

Había una vez un hombre

Tras renunciar a su cargo de ministro en Cuba y abandonar la isla con identidad falsa, Ernesto Guevara, el Che, llega a Bolivia para continuar con la lucha revolucionaria en Latinoamérica. Los primeros minutos de Che, diario de Bolivia exponen las circunstancias en medio de las cuáles Guevara se alejó del gobierno de Castro después de criticar a la Unión Soviética. Una oficina vacía, la del Che, y el relato en off de una voz que le disputa tiempo al silencio para narrar la inevitable partida. Ningún personaje atraviesa la oficina vacía. Ninguna voz se interpone al off.
Richard Dindo plantea desde el principio las guías de este recorrido: iremos tras los pasos de un hombre pisando sus huellas, conducidos por sus palabras. “Me nace la barba, dentro de un par de meses volveré a ser yo” escribió el Che en su diario, el de “la nueva etapa que comenzaba”, allá por noviembre del 1966. Es todo lo que Dindo necesita para desandar con su cámara los caminos recorridos por este hombre: sus palabras. Y en esa austeridad material de recursos (sólo lo que el Che escribió, sólo lo que el Che miró) la mítica figura del revolucionario deja ver al hombre, el verdadero artífice de sus actos. A diferencia de los innumerables documentales y films argumentales que se hicieron en torno al Che, la realización de Dindo evita la trampa del homenaje espontáneo que su figura heroica provoca y prefiere abordar su historia por los hechos cotidianos, rescatando –para reducir el grado de intervención- la propia descripción que el Che hizo de aquellos días. La versión de los hechos por quienes los protagonizaron.

Richard Dindo nació en Suiza en el año 1944. Es uno de los documentalistas más reconocidos de la actualidad por su particular estilo de tratamiento del documental. Dindo parece asumir la historia como una resultante de sucesos cotidianos que algunos hombres pueden transformar en trascendentes para la humanidad. Esta idea puede verse claramente en su obra; sus películas siempre abordan historias de vida de personalidades importantes para la historia, pero siempre tomándolas desde las simples acciones y conductas que todo hombre podría adoptar. Pero no todos lo hacen, y ahí está la diferencia. Entre sus películas podemos mencionar Arthur Rimbaud, una biografía (1991) y Genet en Chatila (1999).

Che, diario de Bolivia es un documental subjetivo. Pero la subjetividad que su autor propone no es la suya propia sino la del Che, el luchador de firmes convicciones revolucionarias. Pero también el combatiente que camina por el monte boliviano escuchando los sonidos de su naturaleza; un hombre que suda, jadea y se refresca en un riacho de montaña; un hombre que duda acerca de la organización logística de apoyo al grupo armado que comanda, un hombre que aprendió a no fiarse completamente de los oprimidos campesinos locales, por quienes lucha y no juzga. La cámara intenta reconstruir la mirada del Che y las palabras de su diario guían el andar. En esta elección técnica, Dindo arriesga relatar los días del Che por Bolivia en términos subjetivos. Afirmar que logra eliminar su propia subjetividad sería imprudente e inexacto. Sin embargo, no lo es apreciar la sobriedad y lucidez crítica para no convertir su film en otro mausoleo y acercarse así, a una versión de la historia por quien la vivió como una cotidianeidad.

Gustavo Caro

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