ACILBUPER - REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES DE SANTIAGO DEL ESTERO N°4/10 - Diciembre 2002 - www.acilbuper.com.ar

 

LA ECONOMIA: ¿PSEUDO CIENCIA?

 

Roberto Follari(*)

 

Todos los conocemos hasta el hartazgo: sus lugares comunes, propuestos como si fueran el efecto de una construcción científica, nos bombardean todos los días por la TV, y aún por la prensa escrita. Con la insistencia machacona de quien repite un dogma religioso, los vemos asumir pretensiones de expertos, y recomendarnos por enésima vez las recetas esperables, ésas que ya conocíamos antes de que las propusieran, y que son las mismas que ya les escuchamos mil veces, para los mismos problemas o para otros diferentes y aún opuestos. Nada importa, siempre se recomendará lo mismo: " hay que desregular la economía", "todos los males provienen de la intervención estatal", "hay que profundizar el ajuste", "hay que disminuir la presión tributaria", "se debe flexibilizar las condiciones laborales", "es necesario disminuir las cargas patronales"...¿Las oyó alguna vez, verdad?

Los supuestos especialistas que enuncian estas estereotipadas soluciones antes de enterarse de cuál sea el problema, son por demás conocidos, ya que sus rostros nos asaltan por la pantalla chica todos los días. Conocemos a los internacionales, y siempre existen opacos epígonos locales. Pero poco importan sus nombres: nadie los extrañará cuando no estén, dado que son todos mutuamente calcados, y da exactamente lo mismo quién hable. Ninguno de ellos es capaz de establecer no digamos ya una heterodoxia, sino siquiera un matiz dentro del tedioso credo neoliberal en boga.

La epistemología -por fortuna- ha reflexionado acerca de qué puede llamarse conocimiento científico, y ofrece algunos criterios para deslindar a este del sentido común, la pura ideología, o la charlatanería vacua. Por ej., el muy célebre Tomas Kuhn, en su La estructura de las revoluciones científicas, dejaba claro que en una toma de posición científica (lo que él llamara un "paradigma") existen supuestos extrateóricos, preconceptuales, que forman parte del horizonte de sentido de un momento dado, y dan su impronta a las teorías. Es decir: que no se adhiere a un punto de vista sólo por motivos racional/concientes, sino también porque éste se ha "naturalizado" según el modo de ver hegemónico en un momento de la realidad social.

Siendo así (y los argumentos de Kuhn al respecto no son fácilmente refutables, basado en el caso de ciencias físiconaturales), habrá que sospechar que el repetitivo repertorio de los economistas a la moda: 1.No es neutro ni puramente objetivo, ya que ningún conocimiento lo es, menos aún en el plano de los hechos sociales; 2.Que ese punto de vista que se asume en la teoría, se corresponde con las formas de apreciación dominantes en el campo social. La tercera conclusión ya no es kuhniana, sino hija de lo enseñado desde las ciencias sociales: el punto de vista que predomina en la sociedad global es el de los sectores con mayor poder de capital económico y simbólico. De ello se deriva que las premisas supuestamente científicas de estos economistas clonados en sus conceptos, representan en realidad el punto de vista de los económicamente poderosos, de los beneficiados con la globalización capitalista.

Por supuesto, nuestros "expertos" tampoco han estudiado a filósofos de la ciencia como G.Bachelard, quien demostró largamente que la ciencia habla de lo real desde una teoría. Eso significa, que nunca describe lo real "tal cual es", sino que hace sólo una determinada interpretación. En cambio, ellos nos llaman a un supuesto realismo, según el cual las cosas son como ellos las proponen, inequívocamente. No parecen ni sospechar que representan sólo un punto de vista entre otros. Porque además de los liberales, han existido en economía los neoclásicos, los alentadores de la demanda como Keynes, los marxistas como Samir Amin. No hay solamente una teoría económica, y el habitual recetario en boga olvida que debiera dar cuenta de la provisoriedad de sus propios postulados, y obligarse a establecer explícitamente los argumentos que servirían para refutar teorías alternativas.

También -por cierto- las ciencias sociales no suelen incluir leyes causal-determinísticas (es decir, con probabilidad de ocurrencia 100%), sino tendencias. No puede hablarse de economía como si fuera una ciencia exacta. La economía -incluso la liberal- fue desde sus inicios economía política. Las supuestas leyes, operan ( sólo probabilísticamente) mientras se mantengan las condiciones sociopolíticas en que funcionan. La teoría neoliberal (que no otra cosa es lo que repite la vulgata económica massmediática), no sirve para entender el funcionamiento del feudalismo, como no sirvió para comprender al denominado socialismo real.

No señala las condiciones universales del funcionamiento económico, sólo es una interpretación del capitalismo, y por cierto, útil sólo para ciertas fases de éste (antes del recetario actual, se imponía el credo del Estado benefactor e intervencionista).

Por ello, cuando se pretende estar sentando cátedra definitiva sobre muchos temas, se debiera advertir que apenas se está respondiendo a propuestas que tienen alcance limitado, en el tiempo y en el espacio, en cuanto a su posible validez.

Otro reconocido epistemólogo, Karl Popper (quien -por cierto- fuera un entusiasta defensor de los neoliberales), propuso su célebre " criterio de demarcación" para diferenciar ciencia de pseudociencia. Ello estaría dado por la puesta a prueba, vía de la experiencia, de las previsiones de la teoría. La que fallara -aunque fuera sólo en un caso- sería declarada falsa. Y la que simplemente no pudiera ser puesta a prueba, porque sus posiciones fueran tan generales que no resultara posible someterlas al tribunal de la experiencia, sería pseudociencia.

¿Cómo clasificar -de acuerdo con Popper- a nuestros desprevenidos economistas? Se ha mostrado hasta el hartazgo el fracaso de sus previsiones. ¿O acaso no se supone que íbamos hoy a estar en el Primer Mundo? (y véase dónde estamos!!) ¿O acaso si uno se sienta a tomar un café en un bar, no nos interpelan hoy decenas de mendigos y precarios vendedores, cosa que ocurría mucho menos hace apenas una década? ¿Acaso no estamos -como regalo del neoliberalismo en todo el subcontinente, combinado con hipercorrupción- con acuciantes problemas de seguridad que nos llevan a vivir entre rejas, cuando la Latinoamérica del atacado Estado intervencionista era uno de los espacios más seguros del mundo?

El desastre de pobreza, desocupación y marginalidad actual, es fruto de las políticas neoliberales, como todo el mundo sabe a partir de sus responsables específicos en cada país. Sin embargo, ingeniosas piruetas retóricas permiten a los "expertos" echarle la culpa al exceso de presencia estatal. "Los problemas del liberalismo -proclaman insólitamente- se solucionan con más liberalismo". De modo que producen desastres, y luego culpan a sus adversarios. No se hacen cargo de sus responsabilidades por las políticas de los últimos años (a las que han apoyado y promovido explícitamente), sino que siempre el problema es que subsiste -¿quizá ya lo adivinó Usted?- "exceso de gasto estatal". Y como aún no privatizamos la Casa Casa de Gobierno o la actividad policial, siempre podrá decirse que hay un cierto monto de gasto estatal, y consecuentemente argumentar que resulta inevitablemente abultado y excesivo, de modo que se podrá en toda ocasión e invariablemente "demostrar" que esa es la causa del conjunto de nuestros males.

Ya Franz Hinkelammert, en su libro Crítica de la razón utópica, mostró estos mecanismos perversos en las supuestas explicaciones de los neoliberales, que hacen a su teoría imposible de refutar, ya que ningún hecho adverso parece ser asumido para negarla. Eso exactamente es pseudociencia -falsa ciencia-, según Popper; un autor, por cierto, afecto a un tipo de epistemología en la que tal vez creerían reconocerse muchos de nuestros "expertos".

Lo mismo sucede respecto de tantos otros dogmas que los videoeconomistas sustentan. Por ej., que la primer libertad es la de mercado, y que por tanto libre mercado sería sinónimo de democracia. Pero sabemos que Pinochet fue quien con su sangrienta dictadura impuso el primer ensayo neoliberal en Latinoamérica. A pesar de ello (y contra toda evidencia) se sigue repitiendo el mensaje. También se afirma que la corrupción desaparece con la liberalización económica, como si no hubiésemos visto una monumental megacorrupción en los procesos de privatización argentinos o mexicanos, y tal corrupción no implicara siempre a un sector privado junto al funcionario estatal. En fin; pretenden pasar por ser la propuesta más renovadora, cuando sus representantes máximos (Tatcher y Bush) hace largo tiempo que están enterrados fuera del suelo político: en realidad, nuestros autores "se quedaron en el 89", y repiten la sobreutilizada letanía de la caída del Muro. Otro caso: nos enseñan cómo seguir el siempre laudatorio ejemplo de los Estados Unidos y su supuesto libre mercado absoluto, cuando todo el mundo conoce de los subsidios otorgados en ese país a sus productores agrícolas (uno de cuyos perjudicados -dicho sea de paso- somos los latinoamericanos con nuestras exportaciones).

Por fortuna, la economía es mucho más que esta superchería que durará mientras dure el auge del gran capital que la sostiene. Hay en la teoría económica presencia de pensamientos complejos, nociones alternativas y disímiles, ideas sobre la articulación entre lo social, lo político y lo económico (ver por ej., los trabajos de Klaus Offe, o los del Premio Nobel Amartya Sen). Ciertamente, la economía es una
ciencia. Como tal, está hecha de teorías variadas, de constataciones empíricas y de preguntas abiertas. Y se sostiene a pesar de que muchos economistas -o algunos
que así se autodenominan- no merezcan el nombre de científicos.


(*)Profesor titular de Epistemología de las Cs. Sociales. Fac. de Ciencias Políticas y Sociales
(Univ. Nacional de Cuyo, en Mendoza, Argentina).

 

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