ACILBUPER

PROLEGOMENOS A UNA TEORIA DEL AVATAR.

Hacia un pensar pop y una estética del absurdo.

  Por Sebastián Rodriguez

 

 

"Los conceptos,

necesitan personajes

conceptuales que

contribuyan a definirlos;

Amigo es un personaje de esta

índole. ¿significa amigo

una cierta intimidad

competente, una especie de

inclinación material y una

potencialidad, como la del car-

pintero hacia la madera: es

acaso el buen carpintero po-

tencialmente madera, amigo de

la madera?"

 

 

A LA FUTILIDAD, Y A QUIQUE - MI PRIMER AMIGO-

EN RESPETUOSO HOMENAJE.

POR UNA MITOLOGÍA DIFERENTE (BIOGRAFÍA).

  1. La pieza

La mitología reserva un lugar estricto para el sujeto: en ella, el sujeto relata el destino tal como ocurre en la escena mítica y, a la vez, efectúa ese destino protagonizándolo. El sujeto mítico es relato y praxis, memoria y acto. Ahora bien, el relato y la praxis del sujeto es articular, a lo largo de la trama mítica, en torno de un "núcleo violento"; y que se articulan quiere decir que albergan la violencia, y que la "muestran": en el relato y la praxis del sujeto mítico anida, siempre, la posibilidad de la muerte, comunican el eterno riesgo de la inexistencia. Se ha dicho que este núcleo violento no es otra cosa que la separación misma del hombre y la naturaleza, y que, por lo tanto, la resolución del mito representa el momento en el cual el Hombre se emancipa, dominándolo, del agobiante entorno natural. El mito constituye, si se lo mira de este modo, el parto del sujeto; pero entendiéndolo al sujeto alumbrado como el hombre genérico: no se trata de un sujeto particular, se trata del sujeto colectivo, el sujeto "abstracto".

Violencia, oposición-dominio, sujeto-naturaleza: esta parece ser la consecuencia en la que se dispone todo Mito. Pues bien, nosotros la recorremos, pero tratando de devolverle al mito aquello que creemos es la mas puras de todas sus inspiraciones.

¿Cómo explicar que la pieza del contador esconde un fondo terrorífico? ¿cómo acercarnos al sufrimiento del "sujeto"? Atiborrada -en perpetuo rebasamiento-, la pieza del contador comprende dos aspectos fundamentales. El primer aspecto está constituido por la "manera" por la cual las cosas ocupan el espacio de la pieza, delineándolo. Los dibujos y las leyendas de la pared, con sus gestos y consignas disimiles, se encuentran depositados en la pared de la cama del contador "heterogéneamente", guardando cada dibujo o leyenda, su fundamento en la relación que mantiene con sí mismo. Volcados sobre sí y, por lo tanto, yuxtapuestos entre sí, los dibujos y las leyendas hacen estallar la unidad de los ladrillos ingenuamente articulados, pues, pueblan la pared con planos de profundidad variable, con puntos y relieves que, traducidos a palabras, parecen afirmar: "el soberano orden del muro no existe". Los papeles proceden del mismo modo. Alojados en la mesa o en la biblioteca solo se encuentran allí para negar la unidad de eso que los contiene, para conducir a la Razón que quiera ordenarlos a extraviarse en la infinita Yuxtaposición (solo quiere confundirme, no lo busco más: ya volverá). Las carpetas no existen, y si ingresan a la pieza lo hacen solamente para romper el tedio del papel suelto, para yuxtaponer a los papeles (yuxtapuestos) las carpetas: las carpetas jamas ordenan los papeles en una unidad que los contenga trascendiéndolos. Y si a primera vista, o en última instancia todos los elementos de la pieza -ajenos entre ellos, que batallan a aquellos que pretende trazarles una "coherencia" interna, haciéndolos girar en torno de un principio que los contiene todos estos elementos parecen reunirse alrededor de la Luz, incluso parecen haber sido "destilados" por la luz (y su sombra). Sin embargo la luz también está en yuxtaposición. Observamos al entrar a la pieza del contador la mesa y su follaje de papeles, la primera impresión que tenemos de ella es la de la completitud que el foco del techo le otorga, unidad envidiable y mentirosa. Al acercarnos nos sorprendemos por su transformación: la lampara que está encima de ella, la lampara y su luz, la ha recortado uniéndola "un poco" a la cama del contador y ensombreciendo "otro poco" el resto de la pieza. La lamparita divide a la pieza de nuevo negándole el carácter unitario que el foco del techo le otorgaba. La luz no puede servir como principio organizador de los objetos, pues al tender ella también a la yuxtaposición, se define como "un objeto más". Curiosa luz. La pieza del contador, definida por los objetos, se caracteriza por esta yuxtaposición sin coherencia interna, que no debe confundirse con un mero "apilamiento" -pues este constituye todavía un recurso de lo Ordenado. En la pieza del contador se trata mas bien de una yuxtaposición irregular, no - direccional o multidireccional, en donde la "pila" es imposible. De la pila se puede decir: en ella, el objeto encuentra su definición en la dirección del apilamiento, es decir que, su ubicación, su posición, no hacen otra cosa que confirmar esta dirección; y si bien no hay bisagras, el objeto se encuentra vinculado a los demás objetos gracias a esa dirección (las construcciones precolombinas). En la yuxtaposición no direccional, el objeto encuentra su sentido en sí mismo, se define por su mera presencia; y, al afirmarse sobre sí mismo,, mas que confirmar una dirección afirma una suerte de contigüidad Absoluta: puesto que está cerrado sobre si mismo manteniendo relaciones de Pura Exterioridad con lo que lo rodea. Los objetos de la pieza del contador se encuentran yuxtapuestos irregularmente generando un espacio "ocupado" por contiguidades absolutas. Pero, entonces, ¿qué pasa con la pieza del contador? En Kafka encontramos una perspectiva "segmentaria" de la sociedad, su obra, ejemplificadoramente, nos obliga progresar en ella fragmentariamente, de un ladrillo a otro, de un espacio a otro. Sin embargo, no cabe duda que Kafka acepta los fragmentos pero a condición de poder someterlos, suspenderlos en, a un punto de fug (La Ley, El Castillo). Diríamos, entonces, que el espacio kafkiano es un espacio que se despliega segmentariamente suspendido de un punto de fuga - el espacio es eso que no cesa de aparecer segmentariamente a medida que "alguien" lo recorre; alguien que va al castillo. Kafka: la maquina desmontada, dice Deleuze, y señala la agobiante unidad del tranhumante y la ley que Kafka propone en toda su obra: no la ausencia de unidad o pertenencia, sino esta unidad y pertenencia vuelto absurdas. Tendríamos que mostrarle a Deleuze la pieza del contador y decirle: mirad, lo Inarticulado. En la pieza del contador no hay despliegue fragmentario del espacio, tampoco hay un punto de fuga que organice los fragmentos: mas bien, lo que hay en la pieza es un espacio que "sufre" fragmentaciones. En la pieza hay fragmentos pero cada fragmento es un espacio distinto dada la yuxtaposición irregular; hay contigüidad, pero contigüidad Absoluta, contigüidad que destroza y multiplica a la vez el Espacio. El espacio de la pieza se fragmenta y se reproduce: florece.- oralidad espacial pues, los espacios se han "comido" los puntos de fuga que podían organizarlos. Pero, ¿por qué dibuja el contador? En la pieza del contador siempre hay un espacio nuevo, o peor: siempre hay un papel nuevo que necesita un nuevo espacio. La contigüidad absoluta y su acto, ese cerrarse sobre sí de los objetos, nos da el tiempo lógico exacto en el cual el espacio se reproduce. El placard constituye el paradigma de esta reproducción espacial. En efecto, cerrado sobre sí fragmenta una vez mas la pieza, mientras guarda para si otro medio para la yuxtaposición: en el jamas encontraremos una "pila" de remeras o calcetines, si bien se puede decir que los trajes están ordenados horizontalmente, es una simple aproximación a distancia que esbozamos cuando queremos mantenerlo lejos nuestro: sabemos que los trajes están poblados de "rescates", de cajas, de tabletas y de objetos aun mas extraños que perforan el orden horizontal haciéndolo estallar en todas direcciones. Cómo definir al placard, ¿cómo un subsuelo, mas bien como un subsuelo lateral? Espacio que contiene otros espacios, que genera nuevos espacios: reproducción espacial.

Pero en este desliz estamos ya en el otro de los aspectos definitorio de la pieza. Las cosas están yuxtapuestas irregularmente en el espacio, reproduciéndolo; pero para mantener esta condición del espacio no basta con que estén irregularmente yuxtapuestos, deben proliferar. Si los objetos irregularmente yuxtapuestos no proliferaran, el espacio se cerraría, conformando uno Unico, definitivo: espacio que organizaría las cosas desde la unicidad que la Quietud le da - las organizaría aunque sea por medio del apilamiento, oh, doña Teta. La reproducción espacial se funda necesariamente desde el doble esquema de la Yuxtaposición Irregular Proliferante. Volvamos a los objetos de la pieza. Los dibujos y las leyendas de la pared de la cama del contador, heterogéneos y yuxtapuestos entre sí, elaboran una estrategia para acabar con su dispersa condición: el dibujo del Zen de la pared opuesta. Sin embargo, ese dibujo, rostro de hombre y consigna universal, no logra otra cosa que hacer proliferar los dibujos, presentifica la necesidad (del espacio) imperiosa, vital, de un dibujo más. Los papeles de la mesa proliferan en yuxtaposición, rebalsan dicha mesa y se extienden hasta la cama muleto, entonces, el contador requiere otra mesa para los papeles que utiliza en la actualidad: observamos, sorprendidos, que los papeles en su desbordamiento ¡hacen proliferar las mesas! El efecto de proliferación es imparable, pues es constitutivo de la pieza. Vemos, por ejemplo, al contador ofuscado decidirse eliminar la mesa a la que habían forzado los papeles en su desbordamiento, y para ello, curiosamente, opta por hacer de la cama muleto una ¡cama cucheta!: anula la proliferación de las mesas al precio de hacer proliferar las camas. Y así sucesivamente.

La pieza del contador comprende dos aspectos fundamentales, la yuxtaposición irregular y la proliferación. Ahora bien, estos dos aspectos están articulados por un principio que los hace remitirse el uno al otro, este principio es como vimos la Reproducción espacial. Pero nos queda aun otra dimensión para definir exhaustivamente la pieza, algo así como su materialidad, no ya su Razón sino su Cuerpo. Este juego de los principios se asienta sobre el mundo de los objetos, es decir, supone la manipulación de las cosas. Y cuando decimos que los objetos 2ceden" a la yuxtaposición irregular proliferante, mientras reproducen el espacio, no por ello debemos creer que los objetos son prescindibles, que se trata de cualquier "tipo" de objetos. Por el contrario, la pieza del contador requiere un tipo particular de objetos para funcionar como funciona, ellos requieren condiciones estrictas. Los objetos se cierran sobre sí afirmando lo contiguo en el marco de una yuxtaposición irregular, es decir, en el marco de la Reproducción espacial: se trata, entonces, de una contigüidad absoluta. Como la contigüidad absoluta no es otra cosa que la reproducción del espacio: la yuxtaposición no debe detenerse puesto que es espacio se cerraría, concluyendo su reproducción: la detención de la yuxtaposición lo condenaría a un contexto inmóvil, que operaría como espacio Unico. Si la yuxtaposición no debe detenerse, los objetos dispuestos por ella en la pieza no solo deben serrarse sobre sí, sino que también deben proliferar: y ¿cómo puede un objeto cerrarse sobre si, al mismo tiempo que prolifera? ¿es posible dicho objeto? Si, existe semejante objeto, y lo llamaremos el Retazo. El retazo se encuentra cerrado sobre sí dada la condición de "descontextualización" que lo atraviesa; él adquiere unidad propia al desprenderse del marco que lo contenía en tanto que "parte", en una unidad de carácter trascendental (trascendente, claro está, para el retazo) A primera vista, lo más simple es definir al retazo en función de esa unidad trascendental que lo contiene, a primera vista nunca es lo correcto, ni siquiera en el amor. Existe, pues, un orden del retazo, un orden que trastoca todas las unidades trascendentales. El principio que funda este orden es el siguiente: todo se define por su potencia de fragmentación, por su divisibilidad y no por su unidad; la unidad, aquella posibilidad de definir algo en sí mismo, no es al principio es al final: la unidad es unidad de fragmento, no de contexto. En el orden del retazo, al principio es la pura divisibilidad, si hay unidad es siempre "lógicamente" posterior, en el sentido que representa lo divisible concretizado - el Fragmento, como la modalidad de existencia de la pura divisibilidad. Ahora bien, al afirmar la universal condición de la divisibilidad, al retazo solo le está permitido existir dividido o instaurando divisiones allí donde se aloja: el retazo solo existe proliferando o generando proliferación. Paradoja del retazo, pues, siendo ya unidad para conservarse debe dividirse y dividir, de lo contrario quedaría atrapado, inmóvil ya, en el contexto que lo alberga. El retazo debe dividirse y dividir para afirmar su irreductibilidad como retazo; es unidad que ha perdido su contexto y que para afirmar la divisibilidad fundamental de las cosas, debe sustraerse a todo contexto: dividiéndose, dividiendo - el debe nombrarse siempre como unidad efímera. Retazos son los objetos de la pieza del contador. Los papeles, que son fundamentalmente "papel suelto", existen dividiéndose, remitiendo uno a otro, atestiguando la fragmentación que ocupa toda la pieza, dibujan el rostro de Ella; los dibujos dividen la pared, la descomponen en una multitud de "puntos de vista". Las mesas lo mismo: colocadas transversalmente parecen gritar: ¡la mesa solo existe Dividida! La yuxtaposición irregular y la proliferación remiten: por un lado, hacia lo que realmente está aconteciendo en la pieza del contador, a saber, la reproducción del espacio; por otro lado, remiten al tipo de objeto que, por así decirlo, habita en la reproducción del espacio, el Retazo.

La reproducción espacial es lo que acontece en la pieza del contador, y acontece en la modalidad del retazo. El retazo puebla la pieza del contador con la consigna de lo divisible, todo lo que se aloja en esta pieza afirma la universal condición de la divisibilidad: por principio, nada es indiviso. Los trozos se yuxtaponen irregularmente y proliferan evitando la clausura del espacio, pero solo pueden evitarla afirmando la divisibilidad de las cosas, haciendo de estas, incesantemente, jirones: matando en ellas mismas a lo indiviso, prometiéndole a éste una futura inexistencia. La reproducción espacial es lo que acontece en la pureza del contador, pues, en todos los rincones de ella la persecución de lo indiviso exaspera: allí donde la pieza se extiende, lo indiviso no cesa de morir. Por lo tanto, la oposición Divisible - Indivisible, la tensión entre lo que acontece y lo que muere en este acontecer: estos son los únicos "puntos de fuga" que nos permiten Dibujar la pieza del contador (dibujar, por ejemplo, el nuevo ventilador). Por un lado, la pieza es el florecimiento mismo del espacio, su apertura incesante; por otro, es el prometido ataúd de lo indiviso, su último lecho. Primavera y negro cajón, la pieza del contador solo se "comprende" desde esta dualidad.

La reflexión contemporánea tiende cada vez más a definir al cuerpo como una entidad "susceptible", y al hacerlo convierte a Nietszche, en un capricho que parece no tener límites, en una prefiguración propia - "todo hiere" afirmaba el filosofo del eterno retorno. Cuerpo - dolor, cuerpo - síntoma, la susceptibilidad del cuerpo no es otra cosa que la capacidad, que él detenta, de transportar otra realidad distinta a la de su materialidad. Afección. Susceptible, el cuerpo no solo reúne y organiza órganos sino que también alberga sensaciones, que son como noticias de la afección: el cuerpo es Sensible. Pero concebir al cuerpo como sensible nos conduce a dotarlo de otra característica, irremediablemente: a saber, su Indivisibilidad. En efecto, el cuerpo definido por lo sensible adquiere una indescomponibilidad esencial, puesto que la sensación no admite "parte de sí misma", puede ser individualizada mediante la localización de grados, intensidades, pero no puede dividirse. Para la reflexión contemporánea el cuerpo ya no es más extenso, ya no se lo puede buscar en la descomposición de sus partes, en la desarticulación de su materialidad. Para el pensamiento contemporáneo, el cuerpo es "intenso" y puntual, intangible e indescomponible: se diría que es "abstracto". El cuerpo es un "punto susceptible". Pues bien, es al punto - cuerpo a quien se persigue en la pieza del contador. Loca obstinación del retazo: dividir lo indivisible, trocear la piel del contador. Este es el trágico color piel que impregna toda la pieza: terror del cuerpo, terror en el cuerpo, terror a perder la unidad intensa a favor del despedazamiento perpetuo: azorada visión de la catarata de trozos, el cuerpo es perseguido en la pieza del contador. Dolor.

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