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BREVE MANUAL DEL LOBBY

por Manuel Enrique Landsman

 

El "lobby", es el pasillo o corredor; por extensión, se llama también al sujeto que "transita", de un modo muy particular los pasillos o corredores del Congreso, quien "cabildea" (acepción criolla). Extraño oficio, tan antigüo y oscuro como el mismo Estado.

Se diría que siempre hubo gestores, que siempre estuvieron alrededor de reyes, emperadores, presidentes, legisladores, y hasta del mismo clero o cuerpo sacerdotal y militares. Como simples informantes, espías y mensajeros, delatores, la Corte y los estrategas.

Se diría que los tiempos han metamorfoseado la figura del gestor. Aquel trabajador del secreto y en secreto. ¿Imperceptible?, el gestor más importante debe ser el más transparente, el menos conocido por el común de los gobernados. Podría ser sólo un abogado, un economista, un amigo, un amante, un gerente o management, o un ciudadano "común y corriente" (forma sublime de imperceptibilidad).

Sin embargo, ese doble rostro del lobby no es ilegal, ni mucho menos, el que hoy conocemos está especificado en cualquier constitución occidental que garantiza al pueblo "el derecho de peticionar al gobierno". De hecho, no todo el pueblo puede hacerlo (salvo extrañas excepciones), entonces, cualquier sujeto (¡usted mismo!) puede, dado el caso, llegado el momento, ser un gestor (con buenas o mezquinas intenciones). Para ello guarde ("secretamente") este Breve Manual.

Es importante, primeramente, tener en cuenta ciertas leyes o regularidades societales:

conforme prolifera la competencia en una economía de mercado, crece también la afluencia de inversión (humana y de capital) en este sector de la producción, el de la gestión.

El crecimiento de la población de gestores no siempre, pero por lo general va acompañada de un aumento paulatino de reglamentos, leyes, decretos, modificaciones de reglamentos, anexos de leyes y extensión de más decretos. Se anexan axiomas.

Se sustraen bruscamente estos axiomas cuando un golpe de poder espanta a los cabildeantes. Comienzan los Comunicados...a medidas, también desaparece el pueblo peticionante.

         A nadie escapa que el ejército de lobbies es alimentado básicamente por las grandes empresas nacionales o extranjeras (en cualquier modo por un capital trasnacional y de tendencias manipuladoras), pero también por grupos de menor poder económico, que apuestan a su color político o espiritual: la iglesia y los partidos políticos tienen gestores hasta en los barrios (quizás por aquello de que el soberano es el pueblo).

De cualquier modo, se puede observar que cuanto mayor es la atomización de las formaciones (pequeñas y grandes) de capital (económico y espiritual), el Estado deja su lugar a múltiples organizaciones, como una suerte de reparto de responsabilidades entre nuevos agentes que aún respiran la ética protestante en el espíritu del capitalismo.

Así, vemos al viejo Estado de Bienestar perecer corroído por una chusma de maletines, por un ejército de lobbies. Lobos estrategas invaden Congresos y Palacios de gobierno ("Cuervos en casa rosada", Fito Paez). En verdad sería iluso suponer el fin del Estado o de una forma determinada de gobierno por manos de este ejército que no busca destruirlo, al contrario desea mantenerlo, para poder sobrevivir él mismo en sus venas, secretamente, a lo Yabrán.

Por ello sería interesante recomponer una historia próxima anterior a la aparición de estos actuales lobbies. Si bien es el capital y básicamente privado el que mantiene la boca llena de estos peces, podemos ver que el actual espacio de acción, no es tanto el fruto de una decisión autónoma de los actuales capitalistas como de consecuencias imprevisibles de estrategias a corto plazo y específicas preconcebidas por anteriores gestores, que como grupo minoritario (incluso por el mismo poder de minoría: imperceptibilidad) ansiaron cada vez mayores espacios de dominio. En los Estados Unidos todo intento de generar un proyecto de "ley de registro de gestores tropieza en cada etapa con la acción de esos mismos gestores" (1). Su autonomía y su poder están en relación directa con esta imposibilidad de identificarlos (volverlos numerables, instituidos públicamente). Por eso hace a la condición fundante de todo lobby, enemigo de la mayoría cualitativa, que le podría conferir incluso una inocente fotografía. (2)

Aunque haya quienes se hacen visibles para confundirse con el medio (camouflage) y recobrar así la imperceptibilidad (y no estoy afirmando que Yabrán no se haya matado,).

Las estrategias que lleva a cabo por un buen gestor siempre siguen ciertas pautas generales, que tienen que ver con el error, el tiempo, el cuerpo, el secreto, la astucia y la intuición, las argucias y los argumentos. (Arstguimencias).

 

El Error:

"La política no es una ciencia apodíptica. Procede por experimentación, tanteos, inyección, retirada, avances, retrocesos. Los factores de decisión y de previsión son limitados. Nada más absurdo que suponer un super-gobierno mundial, que decidiría en última instancia. Ni siquiera se puede llegar a prever el aumento de una masa monetaria. De igual modo, los Estados están afectados por todo tipo de coeficientes de incertidumbre y de imprevisión. (3)

Lo que para  deportistas, políticos y hombres de gobierno en general, es un problema central, para los gestores es la materia prima de su actividad, ya que excede a la política y al deporte: el error. Y no es que se equivoquen menos, sino que el error constituye el objeto mismo de su legendaria sabiduría, los competidores tratarán de caer en la menor cantidad de errores y alimentar el error del adversario circunstancial (es clásico que en un partido de tenis, gana el que comete menores errores, y no el que acomete con mayores aciertos), el gestor siempre tiene un demandante de sus servicios, en tanto que es información y alianza, en cierto modo, previsión. La promesa de la liberación del horror al abismo o a la caida.

 

El Tiempo:

Elemento determinante es el tiempo, constituye un serio problema a la hora de legislar. No se puede pedir a los legisladores que sean expertos en cada uno de los temas sobre los que tienen que votar, tampoco pueden votar por un "quizás". Información es poder, el buen gestor deberá acercar al parlamento abundante y sintéticas informaciones, útiles y acordes a los tiempos que dispone el legislador.

El tiempo constituye ,bien vista, un arma estratégica imprescindible de todo lobby, o más bien, el escaso tiempo del legislador, el cual deberá ser llenado, completado, explotado por el buen gestor. La promesa de la liberación del horror vacuii, terror al vacío.

 

El Cuerpo:

Pero, el objeto de la estrategia por excelencia es el cuerpo mismo del legislador. Sobre él, el lobby descargará toda su artillería, articulará todas sus acciones, su mirada apasionada. El buen lobby deberá ser bisexual, o multisexuado. Conocer los gestos, las palabras, los gustos, los hábitos y costumbres de su presa, los límites y las medidas de su moralidad. Sabe que por debajo de cualquier investidura hay un hombre (o mujer) con apetitos y tentaciones que pueden ser despertados si se acierta con la carnada. Información, consejos, pero también comidas, dinero, prostitutas o incluso la atenta oreja de un amigo-confesor-psicoanalista.

El buen lobby sabe que el político necesita buenos argumentos para su vida pública e implacables silencios para su vida privada. Sabe que es necesario amurallarlo, no dejarle pensar otra cosa que la necesidad imperiosa de mantener su cuerpo, su cargo y de acrecentar su prestigio de servidor público. Ante el horror de una vida insatisfecha o irrealizada, la promesa de una predestinación trascendental.

 

El Secreto:

Difícil tesoro que un buen lobby deberá saber administrar, el secreto. Corolario ineludible de todo su accionar. El secreto, capital preciado, acrecienta su poder, desorienta a sus enemigos o rivales, subvertir la heurística convencional, códigos propios, una jerga, gestos, todo precedido por rituales y tácticas en las grietas de la legalidad de los espacios, de las intenciones de los discursos y de los apetitos de los cuerpos.

Un buen lobby es un buen secretario de sí-mismo, aunque pueda serlo de un legislador, o en el otro extremo de un empresario. Cuerpo articulable, que desdibuja la sombra de los límites de la cosa pública de la privada. Funcionario público>lobby<empresario privado.

Un buen lobby debe cumplir con la promesa de la imperceptibilidad para él, por él y con los demás, sea miembro de una mafia internacional o de una guerrilla subversiva. Horror a la visibilidad, si no ¿de qué otro modo sacarle una foto es pegarle un tiro?.

La minimización del error, el llenado del tiempo, el amurallamiento del cuerpo, el mantenimiento del secreto, postulados que pueden ser enfocados como partes de una estrategia anti-paranoica, en tanto, se pretende conjurar un terror al abismo, al vacío, al destino, a la forma visible de la muerte.

 

 

Notas:

1) - "El ejército de los lobbies", revista "Mercado" U.S. News & World Report Inc. pag 38, Setiembre de 1977.

2)  - "Lo propio de la minoría es ejercer la potencia de lo no-numerable, incluso cuando está compuesto de un solo miembro. Esa es la fórmula de las multiplicidades. Minoría como figura universal, o devenir todo el mundo. Mujer, todos tenemos que devenirlo, ya seamos masculinos o femeninos". Deleuze, Gilles y Guattari, Félix "Mil Mesetas, Capitalismo y Esquizofrenia" Pre-Textos 1988, pag. 474.

3)  - Idem, pag. 465.

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