Sobre tu geografía sin aduanas, las tácticas de
mis manos no te someten, no te colonizan, no te roban. Sólo te recorren con un
lenguaje intuitivo, fluido, que impregnan todos tus estratos (como el agua, el
viento la tierra, el fuego). Quizás, como hiela o como llueve. No hay
estrategias que manipulen, omnipotencias que sojuzguen, sólo asociaciones que
intercambian y transcurren. Nada se adhiere con la mirada del que todo lo ve o
lleva el sello indeleble de lo inmutable. Todo se transmuta. Mis manos no son
si quiera la extensión real de un cuerpo (el mío, por ejemplo) es tan solo una
forma, una ley, donde confluimos. No hay sometimiento de cuerpos, sólo
fruitivas representaciones, dónde la conciencia acompaña a la existencia. Aquí
no existen la autodisolución como contrapartida de la “iniquidad del mundo”,
aquí solo hay reconocimiento.